El líder del Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, ha finalmente abordado el tema de la imputación de Cristóbal Montoro, exministro de Hacienda, tras más de 24 horas de silencio. La noticia de la imputación ha generado un gran revuelo dentro de las filas del PP, que se había mostrado muy crítico con el PSOE en relación a otros casos de corrupción, como el ‘caso Koldo’. Sin embargo, la respuesta de Feijóo ha sido considerada tibia por muchos analistas y miembros de la oposición.
En un mensaje publicado en la red social X, Feijóo expresó que su postura sobre la corrupción es clara y que no cambiará independientemente de a quién afecte. Afirmó que lo que deba ser investigado, debe serlo, pero no hizo mención directa a Montoro, lo que ha llevado a cuestionar su compromiso con la transparencia y la rendición de cuentas dentro de su partido.
La imputación de Montoro no es un caso aislado. Más de una veintena de altos cargos del PP, que formaron parte del gobierno de Mariano Rajoy, también están bajo investigación. Entre ellos se encuentran figuras clave como el secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ferré, y la subsecretaria de Estado de Presupuestos, Pilar Platero. Esta situación ha llevado a la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, a exigir responsabilidades a Feijóo, acusándolo de haber utilizado su influencia para favorecer intereses particulares.
El PSOE ha aprovechado la ocasión para criticar la falta de respuesta contundente de Feijóo, recordando otros escándalos que han afectado al PP en el pasado. Juan Bravo, portavoz económico del PP, fue el único que se pronunció en televisión, minimizando la gravedad de la situación y defendiendo que Feijóo no se estaba escondiendo, aunque su agenda estaba llena.
La imputación de Montoro ha reavivado el debate sobre la corrupción en la política española y ha puesto a prueba la capacidad de liderazgo de Feijóo en un momento crítico para el PP. La presión sobre el líder popular aumenta, especialmente con el contexto de las próximas elecciones y la necesidad de mantener la confianza de sus votantes. La situación actual plantea interrogantes sobre cómo el PP manejará este escándalo y qué medidas tomará para restaurar su imagen ante el electorado.