La ciudad de Torrelavega se encuentra en medio de un debate intenso sobre la conveniencia de una nueva obra pública: el Bulevar Radial Este. Este proyecto, que promete conectar el centro urbano con el barrio de Tanos, ha sido objeto de críticas debido a su elevado coste de tres millones de euros, especialmente en un contexto de crisis económica y comercial que afecta a la localidad. La decisión del Ayuntamiento de avanzar con esta obra ha generado una serie de interrogantes sobre la prioridad de las inversiones en la ciudad y su impacto en la comunidad.
### Un Proyecto Ambicioso en un Contexto Crítico
El Bulevar Radial Este se proyecta como una vía de conexión entre dos rotondas, discurriendo por terrenos de El Valle, entre Sierrapando y la rotonda del Puente de Piedra. La obra, que se espera comience en 2026, ha sido justificada por el concejal de Obras, José Luis Urraca, como “estratégica” para el desarrollo futuro de la zona. Sin embargo, muchos ciudadanos se preguntan si este es el momento adecuado para llevar a cabo una inversión de tal magnitud, dado que Torrelavega enfrenta una crisis comercial con numerosos locales cerrados y un aumento de la presión fiscal sobre los ciudadanos.
La inversión de tres millones de euros ha sido objeto de críticas, ya que se considera desproporcionada para una simple vía de conexión. De esta cantidad, solo 300.000 euros provendrán del Plan de Ayuda 80-20 del Gobierno de Cantabria, mientras que el resto será asumido por los propietarios del suelo y el propio Ayuntamiento a través de una Junta de Compensación. Este modelo de financiación ha suscitado dudas sobre la transparencia y la gestión de los recursos públicos en un momento en que la ciudad necesita urgentemente apoyo para el comercio local y la rehabilitación de edificios.
### Críticas y Dudas sobre la Necesidad de la Obra
Las críticas hacia el Bulevar Radial no se limitan a su coste. Muchos vecinos cuestionan la urgencia de la infraestructura, argumentando que no resolverá los problemas de movilidad más acuciantes de Torrelavega. En un contexto donde la actividad económica está en declive y las promesas de inversión parecen vacías, la construcción de este bulevar se percibe como una medida más destinada a justificar el gasto público que a atender las verdaderas necesidades de la población.
La obra también plantea preocupaciones sobre su impacto ambiental y urbano. Se prevé que afecte zonas verdes y elimine espacios de aparcamiento, lo que podría agravar aún más la situación de los comerciantes y residentes de la zona. La falta de consenso en torno a la peatonalización y otras decisiones urbanísticas ha dejado a muchos ciudadanos con la sensación de que las prioridades del Ayuntamiento no están alineadas con las necesidades reales de la comunidad.
En este sentido, la pregunta que muchos se hacen es si el Bulevar Radial es realmente una prioridad en un momento en que la ciudad necesita inversiones en áreas más críticas, como la rehabilitación de edificios, el apoyo al comercio local y el refuerzo de la seguridad urbana. La percepción de que se trata de una obra costosa y lenta, alejada de las necesidades urgentes, ha alimentado el descontento entre los ciudadanos.
La situación actual de Torrelavega, con un comercio en declive y una ciudadanía cada vez más asfixiada por impuestos y decisiones urbanísticas, plantea un escenario complicado para la implementación de proyectos de gran envergadura. La falta de actividad económica y el cierre de locales comerciales son síntomas de una crisis que no se puede ignorar, y muchos se preguntan si es el momento adecuado para embarcarse en una obra de tal magnitud.
El Bulevar Radial de Torrelavega se suma a una lista de actuaciones urbanas que han sido criticadas por su coste y su lentitud. En un contexto donde la vida en el centro urbano continúa su retroceso, la inversión de tres millones de euros en esta infraestructura plantea serias dudas sobre la gestión de los recursos públicos y la capacidad del Ayuntamiento para atender las necesidades de sus ciudadanos. La obra, que podría haber sido vista como una oportunidad para revitalizar la zona, se convierte en un símbolo de la desconexión entre las autoridades y la realidad que viven los habitantes de Torrelavega.