El programa nuclear de Irán ha sido un tema candente en la política internacional durante las últimas dos décadas, especialmente desde que la Organización Internacional de Energía Atómica (IAEA) reveló en 2003 que Teherán había estado desarrollando un programa nuclear secreto durante 18 años. Este descubrimiento no solo generó preocupación en Occidente, sino que también llevó a la implementación de sanciones y a un intenso debate diplomático que ha involucrado a potencias como Rusia y China. La historia de este programa, sin embargo, tiene raíces que se remontan a más de medio siglo, cuando Estados Unidos, en un intento por contrarrestar la influencia soviética, ayudó a establecer las bases del desarrollo nuclear en Irán.
**La Iniciativa «Átomos para la Paz»**
En 1953, el presidente estadounidense Dwight Eisenhower pronunció un discurso ante la Asamblea General de la ONU que sentó las bases para la iniciativa «Átomos para la Paz». En este discurso, Eisenhower advirtió sobre los peligros de la proliferación nuclear y propuso que la tecnología nuclear se utilizara para fines pacíficos. La idea era que las naciones que poseían tecnología nuclear compartieran su conocimiento y recursos con países en desarrollo, con la esperanza de que esto evitaría que se convirtieran en potencias nucleares militares.
Menos de un año después de su discurso, Estados Unidos modificó la Ley de Energía Atómica para permitir la exportación de tecnología y materiales nucleares a otros países, siempre que estos se comprometieran a no utilizarlos para fines bélicos. Irán, bajo el gobierno del sha Mohamed Reza Pahlevi, se convirtió en uno de los primeros beneficiarios de esta política. En 1957, Estados Unidos firmó un acuerdo de cooperación con Irán que facilitó la construcción de un reactor nuclear de investigación en Teherán. Este acuerdo no solo proporcionó a Irán acceso a tecnología nuclear, sino que también buscaba consolidar su lealtad a Occidente durante la Guerra Fría.
**El Desarrollo del Programa Nuclear Iraní**
A lo largo de los años 60 y 70, el programa nuclear iraní continuó creciendo. En 1967, Estados Unidos dotó a Irán con un reactor de investigación de 5 megavatios y uranio altamente enriquecido. A pesar de que Irán ratificó el Tratado de No Proliferación Nuclear en 1970, el sha tenía ambiciones de desarrollar un programa nuclear completo, incluyendo la construcción de hasta 23 plantas nucleares en las siguientes dos décadas.
Sin embargo, la falta de personal calificado en ingeniería nuclear y física se convirtió en un obstáculo significativo. Para abordar esta deficiencia, Irán solicitó la ayuda del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) para establecer un programa de formación para ingenieros nucleares iraníes. Este programa fue financiado por Irán y permitió la formación de las primeras generaciones de expertos en energía nuclear en el país. Sin embargo, la cooperación entre Estados Unidos e Irán se interrumpió abruptamente tras la Revolución Islámica de 1979, que derrocó al sha y llevó a un cambio drástico en la política nuclear de Irán.
La nueva administración, liderada por el ayatolá Ruholla Jomeini, inicialmente rechazó los proyectos nucleares del sha, considerando que eran un desperdicio de recursos. Sin embargo, con el tiempo, el régimen revolucionario reconoció el valor estratégico de la tecnología nuclear y comenzó a desarrollar su propio programa atómico en secreto. Este cambio de postura marcó el inicio de un ciclo de desconfianza y confrontación que ha caracterizado las relaciones entre Irán y Occidente desde entonces.
**Implicaciones de «Átomos para la Paz»**
La iniciativa «Átomos para la Paz» ha sido objeto de un intenso debate entre los expertos en relaciones internacionales. Algunos argumentan que esta política facilitó el acceso a la tecnología nuclear y, por ende, contribuyó a la proliferación de armas nucleares en países como India y Pakistán, que desarrollaron sus propios programas nucleares con la ayuda de conocimientos adquiridos durante esta época. Otros, sin embargo, sostienen que la iniciativa también permitió establecer salvaguardias que evitaron que muchos países avanzaran hacia el desarrollo de armas nucleares.
En el caso de Irán, el legado de «Átomos para la Paz» es complejo. Mientras que la cooperación inicial ayudó a establecer un programa nuclear civil, las tensiones políticas y la desconfianza han llevado a un ciclo de sanciones y confrontaciones que han complicado aún más la situación. La historia del programa nuclear iraní es un recordatorio de cómo las decisiones políticas de una nación pueden tener repercusiones duraderas y a menudo inesperadas en el escenario global.