En el pintoresco pueblo de Ramales de la Victoria, alejado de las multitudes turísticas que suelen abarrotar la costa cántabra, se encuentra el Restaurante Ronquillo, un lugar que ha logrado posicionarse como un referente de la cocina contemporánea en la región. Este establecimiento, dirigido por los hermanos Cecilia y David Pérez, ha transformado la antigua Fonda Jacinto en un espacio donde la tradición culinaria se encuentra con la innovación, ofreciendo una experiencia gastronómica única que rinde homenaje a la riqueza del territorio.
### Un Legado Familiar con Sabor a Tradición
Desde su apertura en 2010, el Restaurante Ronquillo ha mantenido un fuerte vínculo con la cocina montañesa, caracterizada por sus guisos de cuchara, productos de caza y pescados frescos del Cantábrico. Sin embargo, lo que realmente distingue a este restaurante es su enfoque en la investigación y la reinterpretación de recetas tradicionales. David, el chef, colabora con instituciones académicas como la Universidad de Cantabria para explorar las cocinas ancestrales de la región, lo que demuestra un compromiso profundo con la identidad cultural y culinaria de Cantabria.
El menú del Ronquillo es un viaje sensorial que refleja la diversidad del entorno del Asón. Cada plato es una obra de arte que combina sabores familiares con técnicas modernas. Por ejemplo, la anchoa marinada con pimiento asado y hojaldre casero es un ejemplo perfecto de cómo lo simple puede elevarse a lo sublime. La ensalada de perdiz escabechada con foie y cogollo ofrece una reinterpretación sofisticada de los sabores de monte, mientras que la merluza asada con mantequilla y compota de tomate resalta la frescura de los productos locales.
### Innovación en Cada Plato
Uno de los aspectos más destacados del Restaurante Ronquillo es su capacidad para fusionar la tradición con la vanguardia. Platos como el arroz de paloma torcaz y el lomo de corzo con verduras de temporada muestran un dominio excepcional de las técnicas culinarias, al mismo tiempo que rinden homenaje a los ingredientes locales. Estos platos no solo son una delicia para el paladar, sino que también cuentan una historia sobre la tierra y su gente.
Los postres, lejos de ser una mera conclusión de la comida, son una parte integral de la experiencia. Desde un crumble cítrico con helado de limón hasta un flan lácteo elaborado con leche de vaca local, cada bocado está diseñado para resonar con el entorno y la estación del año. Esta atención al detalle y al contexto es lo que hace que la experiencia en Ronquillo sea verdaderamente memorable.
El ambiente del restaurante complementa perfectamente la propuesta gastronómica. Con un diseño sobrio pero acogedor, los comensales se sienten en un espacio que respira historia y autenticidad. La calidez del servicio y la disposición del personal contribuyen a crear un ambiente donde la conversación fluye y el tiempo parece detenerse, permitiendo a los visitantes disfrutar de cada momento.
### Un Compromiso con el Producto Local
En un mundo donde la estandarización de la gastronomía es cada vez más común, el Restaurante Ronquillo se destaca por su compromiso con el producto local y la sostenibilidad. La filosofía del restaurante se basa en el respeto por los ingredientes y la historia que cada uno de ellos lleva consigo. Este enfoque no solo beneficia a los comensales, sino que también apoya a los productores locales y promueve la economía de la región.
La elección de ingredientes frescos y de temporada es fundamental en la cocina de Ronquillo. Los hermanos Pérez trabajan estrechamente con agricultores y pescadores locales para garantizar que cada plato no solo sea delicioso, sino también responsable. Este compromiso con la sostenibilidad y la calidad se traduce en una experiencia gastronómica que no solo satisface el paladar, sino que también alimenta el alma.
El Restaurante Ronquillo ha demostrado que es posible crear una cocina que respete la tradición mientras se abraza la innovación. En un entorno donde el turismo a menudo impone ritmos y menús estándar, este establecimiento se erige como un faro de autenticidad y creatividad. Ramales de la Victoria, con su población de apenas 3.000 habitantes, se enorgullece de albergar uno de los proyectos más emocionantes de la gastronomía cántabra contemporánea, un lugar donde cada comida es una celebración de la tierra, la historia y la cultura local.