La situación en Europa del Este se encuentra en un punto crítico, especialmente en Moldavia, donde el primer ministro Dorin Recean ha denunciado un posible despliegue de hasta 10.000 soldados rusos en la región separatista de Transnistria. Este movimiento se interpreta como un intento de interferir en las elecciones legislativas programadas para el 28 de septiembre, así como de desestabilizar el avance del país hacia la integración europea. Actualmente, Rusia mantiene alrededor de 1.500 efectivos en Transnistria, a quienes denomina «fuerzas de paz», pero su presencia es vista como una herramienta de presión constante sobre el gobierno moldavo.
### La Estrategia de Moscú en Transnistria
Transnistria, oficialmente conocida como la República Moldava de Pridnestrovie, es una región con aproximadamente 470.000 habitantes que cuenta con su propia moneda y un gobierno no reconocido internacionalmente. Aunque Moscú nunca ha reconocido formalmente la independencia de Transnistria, ha mantenido una influencia significativa a través de propaganda, presencia militar y financiación a partidos prorrusos en Moldavia. En 2024, el gobierno ruso habría destinado el equivalente al 1% del PIB moldavo para interferir en las elecciones, incluyendo el envío de dinero a partidos y votantes, así como campañas de desinformación en redes sociales.
El referéndum de 2023 sobre la adhesión de Moldavia a la Unión Europea mostró la efectividad de estas tácticas, ya que la campaña del Kremlin casi logró revertir el resultado, que finalmente se impuso por un margen muy estrecho. Esta situación ha llevado a la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, a confirmar que las elecciones moldavas serán un objetivo prioritario de la guerra híbrida de Rusia. Durante su reciente visita a Chisináu, Kallas prometió un mayor apoyo europeo para contrarrestar estas amenazas, destacando que Rusia ha violado el espacio aéreo moldavo y ha utilizado la energía como un medio de chantaje.
### Implicaciones Regionales y la Respuesta de la UE
La posibilidad de un despliegue masivo de tropas rusas en Transnistria plantea serias preocupaciones para la seguridad regional. Esta franja de territorio separatista se encuentra estratégicamente situada entre Ucrania y Moldavia, y muy cerca de la frontera con Rumanía, un país miembro de la OTAN. Analistas del Instituto Polaco de Estudios Estratégicos advierten que con 10.000 soldados rusos en Transnistria, la presión militar sobre el suroeste de Ucrania y sobre Rumanía sería considerable.
La respuesta de la Unión Europea ha sido reforzar su misión civil de resiliencia en Moldavia, implementando un equipo híbrido de respuesta rápida que incluye expertos en ciberseguridad y propaganda, así como un plan de apoyo a medios de comunicación independientes. Esta estrategia busca no solo proteger la integridad de las elecciones moldavas, sino también fortalecer la democracia en un contexto donde la influencia rusa sigue siendo fuerte.
Mientras Moldavia se esfuerza por mantener su rumbo hacia Europa, el Kremlin continúa utilizando tácticas de poder híbrido para desestabilizar gobiernos prooccidentales en su antigua esfera de influencia. La estrategia rusa incluye infiltración, cooptación política, manipulación mediática y una presencia militar que se justifica con pretextos históricos. Este enfoque se ha evidenciado en otros fracasos recientes de Moscú, como el caso del candidato Georgescu en Rumanía, lo que demuestra que Rusia no ha abandonado sus ambiciones en el flanco oriental de Europa.
La situación en Moldavia se ha convertido en un punto focal para la estabilidad democrática en Europa del Este, y tanto la OTAN como la UE ven en este país un test decisivo para el futuro de la región. La comunidad internacional observa con atención cómo se desarrollan los acontecimientos, conscientes de que cualquier escalada en Transnistria podría tener repercusiones significativas más allá de las fronteras moldavas.