A finales del siglo XIX, la pequeña localidad de Suances, en Cantabria, se encontraba en un punto de inflexión. Tradicionalmente conocida por su actividad pesquera y agrícola, la villa comenzaba a vislumbrar un futuro más prometedor, impulsado por el auge del turismo y la búsqueda de salud a través de los baños de mar. En este contexto, surgió un ambicioso proyecto que prometía transformar Suances en un balneario de lujo, rivalizando con destinos como Santander y San Sebastián. Sin embargo, este sueño nunca se materializó, dejando tras de sí una historia de aspiraciones y fracasos que aún resuena en la memoria colectiva de la región.
La propuesta, fechada en 1889, fue presentada por un empresario de Torrelavega que vio en Suances un potencial turístico inexplorado. El proyecto contemplaba la construcción de un complejo de baños termales, salones de descanso, jardines y alojamientos exclusivos, todo ello ubicado entre la playa de La Ribera y el puerto local. Además, se planeaba un embarcadero privado y una conexión por carretera directa con Torrelavega, que en ese momento aún estaba en construcción. La idea era convertir Suances en un destino de turismo saludable y elegante, atrayendo a la burguesía del interior de España.
### Un Proyecto Ambicioso en un Entorno Natural Excepcional
Los promotores del balneario argumentaban que el entorno natural de Suances, con su aire puro y la calidad de sus aguas, era ideal para tratamientos médicos. Se pensaba incluso en aprovechar manantiales de agua dulce con propiedades mineromedicinales, aunque los estudios geológicos no fueron concluyentes. La propuesta fue bien recibida inicialmente, logrando la aprobación del Ayuntamiento y el respaldo de la Diputación Provincial de Santander. Durante varios meses, el proyecto fue mencionado en la prensa regional como una obra en marcha, lo que generó expectativas entre los habitantes y los inversores.
Sin embargo, la realidad pronto se tornó en contra de este ambicioso plan. La oposición de varios vecinos, especialmente pescadores y agricultores, fue uno de los principales obstáculos. Estos grupos se mostraron reacios a la privatización de una zona que había sido utilizada durante generaciones para actividades económicas locales, como el secado de redes y el desembarco de capturas. Además, la falta de fondos suficientes para llevar a cabo la obra se convirtió en un problema insalvable. Las obras, que apenas habían comenzado, fueron paralizadas debido a impagos y a la falta de respaldo estatal. Las prioridades políticas de la época, centradas en el desarrollo ferroviario, también contribuyeron al abandono del proyecto.
### Huellas de un Sueño Frustrado
Aunque el balneario nunca llegó a construirse, su legado perdura en la historia de Suances. A día de hoy, no quedan estructuras reconocibles del proyecto, pero algunos restos de cimentación y piedras de muelle han sido identificados por historiadores locales como parte de la infraestructura que se llegó a iniciar. Estos vestigios se encuentran cerca del actual espigón y la zona baja de La Ribera, recordando a los paseantes que en aquel lugar se gestó un sueño que nunca se concretó.
Los documentos del archivo municipal y el “Boletín Oficial de la Provincia” de 1890 también atestiguan la existencia de licencias otorgadas para el transporte de materiales y el uso del embarcadero en relación con esta obra. A pesar de que el balneario no llegó a nacer, su historia ha dejado una huella profunda en la percepción del paisaje local. La idea de que Suances podía ser más que un simple puerto pesquero comenzó a tomar forma, anticipando el desarrollo turístico que caracterizaría al siglo XX, aunque ya no desde la perspectiva de la salud, sino del ocio.
La historia del balneario fallido es, en cierto modo, un reflejo de las tensiones entre el progreso y la tradición, entre lo local y lo foráneo. Hoy, quienes caminan por la playa de La Ribera o se sientan frente al espigón lo hacen sobre el lugar donde estuvo a punto de surgir un símbolo de la modernidad del siglo XIX. Aunque el balneario no llegó a materializarse, la semilla que plantó sigue viva en el perfil turístico de Suances, recordando a todos que a veces los sueños no se cumplen, pero dejan un legado que perdura en el tiempo.