La prisión de El Dueso, ubicada en Santoña, Cantabria, ha sido un símbolo de encierro y represión desde su fundación en el siglo XIX. Durante la posguerra española, este penal se convirtió en un lugar de sufrimiento para muchos, albergando a presos políticos, guerrilleros y personas que simplemente habían sido condenadas por sus ideales. Sin embargo, entre sus muros, surgieron historias de valentía y resistencia, como la audaz fuga que se intentó en 1948, un relato que ha perdurado en la memoria histórica de España.
**Un Plan de Escape Ingenioso**
En 1947, El Dueso albergaba a más de 500 prisioneros, muchos de los cuales eran víctimas de un régimen que no toleraba la disidencia. En medio de este ambiente opresivo, un grupo de cinco hombres decidió que no podían resignarse a su destino. Entre ellos se encontraban un exminero asturiano, un maestro de Bilbao y un teniente del ejército republicano, quienes idearon un plan que parecía sacado de una novela de aventuras: cavar un túnel que les llevara a la libertad.
Utilizando cucharas, clavos, madera de los estantes de la cocina y grasa animal para facilitar el movimiento, estos hombres trabajaron en secreto durante ocho meses. Su esfuerzo era monumental; cada noche, bajo el riesgo de ser descubiertos, se turnaban para excavar, cubriendo el boquete con sacos de harina y disimulando la tierra removida con ceniza. El túnel, que alcanzó más de 15 metros de longitud, se extendía bajo los cimientos de la prisión, y su salida estaba planeada en un área de maleza cercana a la playa.
La noche del 2 de abril de 1948, todo estaba listo. Con linternas improvisadas y la ropa adecuada para no levantar sospechas, los cinco hombres se introdujeron en el túnel. Sin embargo, el destino les tenía preparado un cruel giro: un vigilante detectó un movimiento extraño y dio la alarma. Cuando el túnel fue descubierto, tres de ellos ya se encontraban dentro, y fueron arrastrados de vuelta a la prisión, cubiertos de tierra y sangre, enfrentándose a gritos y golpes.
**Las Consecuencias de la Fuga Frustrada**
El fracaso del plan de fuga tuvo graves repercusiones para los involucrados. Tras el descubrimiento, los cinco hombres fueron aislados, torturados y enviados a celdas de castigo. Dos de ellos recibieron condenas a cadena perpetua, mientras que otro murió poco tiempo después debido a la falta de atención médica. Sin embargo, la historia de su intento de escape no se perdió en el olvido. Años más tarde, tras la amnistía de 1977, uno de los protagonistas, el maestro vasco, compartió su experiencia en una entrevista, lo que permitió reconstruir los detalles de aquella noche de desesperación y valentía.
Cavar un túnel con cucharas puede parecer un acto de locura, pero para estos hombres representaba algo más profundo: una lucha por la libertad, una manifestación de esperanza y dignidad en medio de la deshumanización. Su intento de fuga, aunque fallido, simbolizaba la resistencia ante un sistema opresor y la voluntad de no rendirse nunca.
La historia de El Dueso y sus prisioneros es un recordatorio de que, incluso en las circunstancias más adversas, el espíritu humano puede encontrar formas de resistir y luchar por la libertad. Aunque su fuga no tuvo éxito, su valentía y determinación perduran en la memoria colectiva, inspirando a futuras generaciones a no olvidar el pasado y a seguir luchando por la justicia y la dignidad.
La prisión de El Dueso, con su historia cargada de sufrimiento y resistencia, sigue siendo un lugar emblemático que invita a la reflexión sobre la libertad y los derechos humanos. La audaz fuga de 1948 es solo una de las muchas historias que se esconden tras sus muros, un testimonio de la lucha por la dignidad humana en tiempos de opresión.