El verano de 2025 ha traído consigo una oleada de incendios que ha puesto en jaque a varias comunidades autónomas de España, especialmente Galicia, Castilla y León y Extremadura. La gestión de estos desastres ha sido objeto de críticas, especialmente hacia el Partido Popular (PP), que ha sido acusado de utilizar la crisis como una herramienta política para erosionar la imagen del Gobierno central. En este contexto, es fundamental analizar cómo la política se entrelaza con la gestión de emergencias y cómo las decisiones tomadas en momentos críticos pueden tener repercusiones a largo plazo.
La situación en Galicia ha sido particularmente alarmante. A pesar de que el fuego ha arrasado grandes extensiones de bosque, el Gobierno autonómico, liderado por Alfonso Rueda, ha tomado decisiones que han dejado a muchos perplejos. En medio de la crisis, se decidió reducir la dotación de bomberos forestales, una medida que ha sido calificada de irresponsable. La lógica detrás de esta decisión es difícil de entender, especialmente cuando las llamas amenazan aldeas enteras. La consigna parece ser la de ahorrar recursos, aunque esto signifique poner en riesgo la seguridad de los ciudadanos.
En Castilla y León, la gestión del presidente Alfonso Fernández Mañueco ha sido igualmente criticada. Durante una emergencia forestal, tardó una semana en solicitar la reincorporación de efectivos del dispositivo antiincendios que estaban de vacaciones. Mientras tanto, exigía más recursos al Gobierno central, a pesar de que ya contaba con medios a su disposición que no estaban siendo utilizados. Este tipo de maniobras ha llevado a muchos a cuestionar la sinceridad de las demandas del PP, que parecen más orientadas a crear un clima de crisis que a abordar la situación de manera efectiva.
### La Hipocresía Política y la Manipulación de la Realidad
La estrategia del PP en esta crisis ha sido caracterizada por una hipocresía alarmante. A pesar de que las competencias en la lucha contra incendios son autonómicas, los líderes del partido han hecho un esfuerzo consciente por desviar la atención hacia el Gobierno central. Este enfoque no solo es engañoso, sino que también pone en riesgo la vida de miles de ciudadanos. La manipulación de la realidad se convierte en una herramienta política, donde el sufrimiento de las personas es utilizado como munición en una guerra de palabras.
La narrativa que ha intentado imponer el PP es simple: hay incendios, hay sufrimiento, y la culpa recae en el Gobierno de Pedro Sánchez. Sin embargo, este relato ignora el hecho de que las decisiones sobre la gestión de emergencias son competencia de las comunidades autónomas. La falta de acción o la ineficacia en la respuesta a los incendios no se puede atribuir a un Gobierno central que, en muchos casos, ha ofrecido recursos que no han sido utilizados adecuadamente.
La situación en Extremadura refleja esta misma tendencia. Mientras el fuego consume el territorio, la respuesta institucional ha sido titubeante y subordinada a la narrativa del PP. La estrategia parece ser encender un fuego mediático en lugar de apagar el real. Las declaraciones grandilocuentes y los titulares sensacionalistas han tomado precedencia sobre la acción efectiva. En este sentido, el PP ha optado por el oportunismo político, dejando de lado la responsabilidad que les corresponde en la gestión de crisis.
### El Impacto de la Crisis en la Confianza Ciudadana
La manipulación política en torno a la crisis de incendios tiene un impacto directo en la confianza de los ciudadanos hacia sus instituciones. Cuando los líderes políticos priorizan sus intereses partidistas sobre la seguridad y el bienestar de la población, se erosiona la confianza pública. La percepción de que los políticos están más interesados en ganar puntos en las encuestas que en resolver problemas reales puede llevar a una desafección generalizada hacia la política.
Además, esta situación plantea preguntas sobre la ética en la política. Jugar con el miedo de la gente en momentos de crisis es un acto de mala fe que no solo degrada la política, sino que convierte tragedias en armas arrojadizas. La falta de responsabilidad y la manipulación de la información pueden tener consecuencias devastadoras, no solo en términos de la gestión de emergencias, sino también en la cohesión social y la estabilidad política.
En este contexto, es crucial que los ciudadanos mantengan un sentido crítico y demanden responsabilidad a sus líderes. La política no puede ser un juego de poder donde el sufrimiento de las personas se convierte en un medio para alcanzar fines partidistas. La gestión de crisis debe ser un esfuerzo conjunto, donde la coordinación y la responsabilidad sean los pilares fundamentales.
La crisis de incendios en España ha puesto de manifiesto no solo la fragilidad de los ecosistemas, sino también la fragilidad de la política. Si bien el fuego puede ser apagado, el cinismo y la falta de ética en la política son más difíciles de extinguir. La sociedad debe exigir un cambio en la forma en que se gestionan las crisis, donde la prioridad sea siempre el bienestar de las personas y no la manipulación de la realidad para obtener beneficios políticos. Solo así se podrá restaurar la confianza en las instituciones y garantizar que, en el futuro, la respuesta a las emergencias sea efectiva y responsable.