Dmitri Medvédev, quien se convirtió en el presidente más joven de la historia moderna de Rusia en 2008, parecía destinado a liderar una nueva era de modernización y acercamiento hacia Occidente. Sin embargo, más de una década después, el abogado amante de la tecnología y el hard rock se ha transformado en uno de los voceros más incendiarios del régimen de Vladimir Putin. Esta metamorfosis ha alcanzado un nuevo punto crítico tras un choque verbal con el expresidente estadounidense Donald Trump, que involucró amenazas nucleares y referencias al mecanismo apocalíptico soviético conocido como la «Mano Muerta».
El enfrentamiento comenzó cuando Trump, en un mensaje publicado en Truth Social, descalificó a Medvédev como un «líder fracasado» y «marioneta sin agallas». La respuesta de Medvédev no se hizo esperar. En un mensaje en Telegram, advirtió a Trump que «jugar con Rusia podría activar la Mano Muerta», un sistema automatizado que lanzaría misiles nucleares en caso de aniquilación del liderazgo ruso. Además, se refirió al magnate republicano como «una estrella fugaz enferma de narcisismo que arrastra a su país al abismo». Este cruce verbal marca un nuevo episodio en la sorprendente radicalización de Medvédev, quien alguna vez compartió hamburguesas con Barack Obama y fue recibido como un reformista por líderes occidentales. Hoy, se ha convertido en un altavoz del Kremlin para lanzar amenazas apocalípticas contra Occidente.
### Un Mandato de Transición y una Reputación Volátil
Medvédev llegó a la presidencia en 2008 como el heredero designado por Vladimir Putin, quien no podía postularse por tercera vez consecutiva debido a las limitaciones constitucionales. Su mandato, que se extendió hasta 2012, fue visto como una presidencia «prestada». No obstante, intentó imprimir un tono distinto: promovió la digitalización del país, defendió los derechos de propiedad, abogó por una modernización económica y firmó con Estados Unidos el tratado New START para reducir arsenales nucleares.
Durante su presidencia, Medvédev se diferenciaba claramente de su mentor. Mientras Putin se mostraba en fotos cazando en Siberia o practicando judo, Medvédev publicaba selfies, usaba un Apple Watch, escuchaba bandas de rock como Deep Purple y se reunía con figuras como Steve Jobs. Incluso visitó medios de comunicación independientes y dejó entrever ciertas críticas a la rigidez del aparato estatal. Muchos creyeron ver en él la posibilidad de una Rusia más abierta y pragmática. Sin embargo, esa etapa fue breve. En 2012, Putin regresó al Kremlin y Medvédev asumió como primer ministro, en una especie de degradación política que dejó clara la jerarquía real. A partir de ese momento, comenzó su lenta pero constante transformación en un político dispuesto a demostrar lealtad incondicional al régimen.
### De Bufón Tecnócrata a Halcón del Kremlin
Durante años, Medvédev fue objeto de burlas tanto dentro como fuera de Rusia. Su imagen pública se deterioró al ser captado dormido en actos oficiales, bailando torpemente en vídeos filtrados o siendo acusado de poseer mansiones y viñedos por el fallecido líder opositor Alexéi Navalni. Para muchos, era simplemente «Dimón», un político gris que había desperdiciado su oportunidad histórica. Sin embargo, desde la invasión rusa de Ucrania en 2022, Medvédev ha resurgido con un nuevo perfil: el del provocador oficial.
En sus publicaciones diarias en Telegram, insulta a políticos occidentales, celebra bombardeos y lanza amenazas de aniquilación nuclear con una ligereza que escandaliza incluso dentro de Rusia. Su retórica ha incluido expresiones como «cerdos occidentales» o «imbéciles anglosajones», y ahora amenaza directamente al expresidente de Estados Unidos. Para Ben Noble, profesor de política rusa en University College London, esta transformación tiene una explicación pragmática. «Medvédev no tiene base de poder propia. No es un silovik, ni un oligarca, ni un general. Para seguir siendo útil, necesita destacar con declaraciones estridentes que refuercen la narrativa del Kremlin y lo mantengan dentro del círculo de poder».
El ataque verbal a Trump no es solo una reacción emocional. Medvédev parece dispuesto a todo para demostrar que ya no es el liberal del pasado, sino un auténtico halcón ruso. El presidente de EE.UU. ordenó el despliegue de dos submarinos nucleares tras las incendiarias declaraciones de Dmitri Medvédev. Aunque muchos lo siguen viendo como un actor secundario dentro del régimen de Putin, su viraje radical refleja algo más profundo: la destrucción de cualquier intento, real o aparente, de apertura con Occidente. El mismo hombre que en 2009 hablaba de innovación, hoy amenaza con lanzar misiles nucleares automáticos. En ese contraste brutal, Dmitri Medvédev no solo revela su propia transformación, sino que también pone en evidencia el endurecimiento irreversible de la Rusia de Putin.