El apagón del 28 de abril de 2025, que dejó a toda España sin electricidad, ha marcado un hito en la historia reciente del país. A seis meses de este evento catastrófico, la incertidumbre persiste en torno a las causas y responsables del mismo. A medida que las investigaciones avanzan, los afectados continúan esperando respuestas y compensaciones, mientras que el sector eléctrico se enfrenta a un desafío monumental para garantizar la estabilidad del sistema.
### La Incertidumbre de la Responsabilidad
Desde el día del apagón, la pregunta que ha resonado en los medios y entre la población es: ¿quién es el culpable? A pesar de los múltiples informes y análisis realizados, hasta ahora no se ha identificado a un responsable claro. La falta de un culpable definido ha complicado la situación para miles de afectados que buscan indemnizaciones por los daños sufridos, desde la pérdida de alimentos hasta averías en electrodomésticos.
Marcial González, doctor en Ingeniería Eléctrica de la Universidad Carlos III, ha señalado que es poco probable que un informe técnico logre señalar a un único responsable. La responsabilidad, según él, podría ser compartida entre varios actores del sistema eléctrico. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) está llevando a cabo una investigación, pero los expertos advierten que puede que no dispongan de todos los datos necesarios para llegar a conclusiones definitivas.
La situación se complica aún más cuando se considera que las reclamaciones de los afectados podrían tardar años en resolverse. La distinción entre la culpa técnica, jurídica y social es crucial. Mientras que la culpa técnica puede no recaer en un único responsable, la culpa jurídica podría ser determinada por un juez, lo que añade una capa adicional de complejidad al proceso. La imagen pública de las compañías involucradas también juega un papel importante, ya que influye en cómo los tribunales abordarán el caso.
### Medidas y Soluciones a Largo Plazo
A medida que se desarrollan las investigaciones, la Red Eléctrica de España (REE) ha implementado medidas temporales para evitar que un incidente similar vuelva a ocurrir. Sin embargo, estas soluciones han sido calificadas por algunos expertos como parches. Desde mayo, la REE ha estado operando bajo un modo reforzado, lo que ha generado un sobrecoste significativo para los consumidores, casi dos millones de euros diarios. Esto ha llevado a un aumento en el precio de la electricidad, que se ha triplicado desde el apagón.
José Ignacio Linares, profesor de Ingeniería Energética en la Universidad Pontificia de Comillas, ha expresado su preocupación por la estabilidad del sistema eléctrico. Asegura que hasta el primer trimestre de 2026 no se podrá tener una sensación de tranquilidad, ya que se espera que las nuevas regulaciones permitan un control dinámico de la tensión por parte de las energías renovables. Mientras tanto, la REE ha advertido sobre variaciones bruscas de tensión, lo que sugiere que el riesgo de otro apagón sigue presente.
La necesidad de una revisión exhaustiva del sistema eléctrico es evidente. La IEEFA ha recomendado que no solo se revise la capacidad de respuesta de las reservas de control de frecuencia en España, sino también en toda la Unión Europea. Esto es fundamental para garantizar que el sistema eléctrico sea capaz de manejar situaciones de crisis sin poner en riesgo a la población.
Desde un enfoque económico, las iniciativas propuestas hasta ahora parecen ir en contra de lo que sería necesario para aprovechar la energía barata que se puede producir en España. La flexibilización con baterías y la hibridación son soluciones que podrían ser más efectivas y menos costosas a medio plazo. Sin embargo, la implementación de estas soluciones requiere tiempo y recursos, lo que añade presión a un sistema ya estresado.
La situación actual refleja la complejidad del sistema eléctrico español y la necesidad urgente de reformas estructurales. La falta de un culpable claro y la incertidumbre sobre el futuro del sistema eléctrico han dejado a muchos ciudadanos con una sensación de desconfianza. A medida que las investigaciones continúan, la esperanza es que se logren identificar las causas del apagón y se implementen soluciones efectivas que eviten que un evento similar vuelva a ocurrir en el futuro.
