El conflicto entre Israel y Palestina ha sido uno de los más prolongados y complejos de la historia contemporánea. A lo largo de más de 77 años, este enfrentamiento ha dejado una estela de dolor y sufrimiento que trasciende fronteras y culturas. Las imágenes de niños aterrorizados en Gaza evocan recuerdos de tragedias pasadas, como los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, que también fueron un grito desesperado por justicia. Sin embargo, la pregunta que persiste es: ¿puede haber paz cuando grupos como Hamás e Irán priorizan la destrucción de Israel sobre la coexistencia pacífica?
### La Historia del Conflicto: Un Ciclo de Violencia
La historia del conflicto israelí-palestino se remonta a la Declaración Balfour de 1917, que apoyó la creación de un hogar nacional judío en Palestina. Este acto, junto con la Nakba de 1948, que resultó en el desplazamiento de miles de palestinos, marcó el inicio de un ciclo de violencia que ha continuado hasta nuestros días. Desde guerras como las de 1967 y 1973, hasta las intifadas de 1987 y 2000, el conflicto ha sido testigo de numerosas escaladas de violencia, incluyendo los enfrentamientos en Gaza en 2008, 2012, 2014 y 2021.
La ocupación de Cisjordania y el bloqueo de Gaza desde 2007 han exacerbado la crisis humanitaria, dejando a millones de personas en condiciones desesperadas. La situación se complica aún más con la presencia de más de 700,000 colonos israelíes en territorios ocupados, lo que dificulta cualquier intento de diálogo y solución pacífica.
Los objetivos de las partes involucradas son diversos y a menudo contradictorios. La Autoridad Nacional Palestina (ANP), liderada por Fatah, ha buscado históricamente un modelo de coexistencia, como se planteó en los Acuerdos de Oslo de 1993. Sin embargo, Hamás, que controla Gaza desde 2007, persigue una agenda radical que aboga por la destrucción de Israel. Aunque en 2017 aceptó temporalmente la idea de un estado palestino en las fronteras de 1967, sus acciones y declaraciones han dejado claro que su objetivo sigue siendo la eliminación de Israel.
Irán, como principal financiador de Hamás, comparte esta visión y apoya a otros grupos como Hezbolá y la Yihad Islámica, lo que complica aún más la posibilidad de un diálogo efectivo. Para estos actores, la coexistencia se percibe como un obstáculo en su búsqueda de desestabilizar la región y eliminar a Israel del mapa.
### La Hipocresía de la Comunidad Internacional
Uno de los aspectos más indignantes del conflicto es la hipocresía de quienes condenan el terrorismo de manera selectiva. Mientras que muchos alzan la voz por las violaciones de derechos humanos en Gaza, guardan silencio ante las atrocidades cometidas por regímenes como el de Nicolás Maduro en Venezuela. Este régimen ha sido señalado por la ONU como responsable de crímenes de lesa humanidad, reprimiendo y torturando a su propio pueblo, mientras facilita el narcotráfico que afecta a Europa y Estados Unidos.
La doble moral de algunos defensores de los derechos humanos se hace evidente cuando se ignoran las atrocidades cometidas en otros contextos. ¿Dónde están las protestas cuando las mujeres son lapidadas o los homosexuales son perseguidos y asesinados en nombre de creencias fanáticas? Este silencio cómplice ante las violaciones de derechos humanos en regímenes que apoyan a Hamás o Hezbolá es un claro ejemplo de cinismo.
El terrorismo islamista radical ha golpeado a Europa con la misma saña que se observa en Gaza. Los atentados en Londres, Manchester, París, Madrid y Barcelona han cobrado la vida de miles de inocentes, incluidos niños y ancianos. Estos actos de barbarie no distinguen entre edades ni vulnerabilidades, y demuestran que el fanatismo no respeta la vida humana.
El terrorismo, ya sea en Gaza, Caracas, Londres o Madrid, no puede justificarse con discursos de resistencia. La lapidación de mujeres, la quema de personas por su orientación sexual y la ejecución extrajudicial de inocentes son actos que deben ser condenados sin titubeos. La paz no puede construirse sobre la base de la violencia y la hipocresía.
### Un Camino hacia la Paz
La búsqueda de la paz exige un rechazo firme al terrorismo y a la hipocresía. Los crímenes contra civiles, ya sean cohetes lanzados por Hamás o bombardeos israelíes, deben ser desactivados de inmediato. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de exigir un diálogo efectivo que conduzca a un alto el fuego y a la justicia para todas las partes involucradas.
Sin embargo, la pregunta sigue siendo: ¿es posible alcanzar la paz si Hamás e Irán continúan priorizando la destrucción de Israel sobre la coexistencia? La solución requiere que todas las partes reconozcan el derecho del otro a existir, cesen la violencia y aborden las injusticias históricas, como la ocupación y la crisis de refugiados.
La empatía por las víctimas, ya sean de Gaza, Israel, Francia, Inglaterra, Estados Unidos o Venezuela, debe ser el faro que guíe nuestros esfuerzos. Es fundamental rechazar el fanatismo y la doble moral, y construir un futuro donde la razón y la humanidad prevalezcan.
Recientemente, el presidente de Estados Unidos presentó un plan de 20 puntos para poner fin a la guerra en Gaza, que incluye la liberación de rehenes y un enfoque en la seguridad y el desarrollo económico. Este plan ha sido bien recibido por varios líderes regionales y europeos, quienes lo ven como un avance pragmático hacia la paz. Sin embargo, la aceptación de este plan por parte de Hamás sigue siendo incierta, lo que plantea dudas sobre la viabilidad de cualquier solución a largo plazo.
La humanidad anhela la paz, y es imperativo que se tomen medidas concretas para lograrla. De no hacerlo, las excusas rebuscadas no tendrán validez. La historia nos ha enseñado que el camino hacia la paz es difícil, pero no imposible. La clave radica en la voluntad de todas las partes para dejar atrás el odio y la violencia, y trabajar juntas por un futuro mejor.