En los últimos días, Marruecos ha sido testigo de un fenómeno social sin precedentes: la generación Z del país ha comenzado a alzar su voz en un clamor colectivo que exige cambios significativos en la estructura social y política. Este movimiento, impulsado por la frustración ante la corrupción y la desigualdad, ha logrado movilizar a miles de jóvenes en diversas ciudades, convirtiéndose en un símbolo de la lucha por la justicia social y la dignidad.
La manifestación más reciente tuvo lugar en la capital, Rabat, donde cientos de jóvenes se reunieron frente al Parlamento para expresar su descontento. Con camisetas negras en honor a aquellos que aún permanecen detenidos, los manifestantes corearon eslóganes como «Libertad, dignidad y justicia social» y «La gente quiere el fin de la corrupción». Este acto pacífico de protesta refleja una creciente conciencia entre los jóvenes sobre su poder para influir en el futuro de su país.
### La Frustración de una Generación
La generación Z, compuesta por aquellos nacidos entre 1997 y 2012, se enfrenta a un panorama desalentador en Marruecos. A pesar de que el país cuenta con recursos naturales y potencial económico, muchos jóvenes sienten que no se están invirtiendo adecuadamente en su bienestar. Jamal, un joven de 23 años que ha participado activamente en las protestas, expresa su frustración: «Marruecos no es un país pobre, pero no se están invirtiendo en la gente». Esta percepción de abandono ha llevado a muchos a cuestionar la efectividad de las élites gobernantes y su capacidad para abordar las necesidades de la población.
Khadija, una joven de 27 años que ha tenido la oportunidad de estudiar Medicina en el extranjero, también comparte su descontento. A pesar de su privilegio, se siente impotente al ver que no puede ejercer su profesión en Marruecos debido a la precariedad del sistema de salud. «Solo hay dos salidas: o que no hagan nada o que explote todo», advierte. Su declaración resuena con la frustración de muchos otros jóvenes que sienten que sus voces no están siendo escuchadas.
El Rey Mohamed VI, en su discurso anual por el Día del Trono, reconoció que Marruecos crece a «dos velocidades», pero la falta de acción concreta desde entonces ha llevado a la juventud a tomar las riendas de su destino. La incapacidad del gobierno para abordar las desigualdades ha generado un clima de desconfianza y descontento, especialmente entre aquellos que no pueden permitirse servicios de salud privados o educación de calidad.
### Redes Sociales como Herramienta de Organización
Uno de los aspectos más destacados de este movimiento es el uso de las redes sociales como plataforma para la organización y la difusión de mensajes. Los jóvenes han demostrado ser hábiles en la utilización de estas herramientas para movilizarse y hacer oír sus demandas. A través de plataformas como Twitter y Facebook, han logrado crear un sentido de comunidad y solidaridad que trasciende las barreras geográficas.
Incluso aquellos que no participan directamente en las manifestaciones apoyan la causa, lo que ha contribuido a consolidar un movimiento potente que ha comenzado a hacer temblar las estructuras de poder en Marruecos. Sin embargo, la represión policial ha sido una constante en este proceso. A pesar de que las manifestaciones han sido mayormente pacíficas, la respuesta del gobierno ha sido violenta, lo que ha llevado a la muerte de varios manifestantes y ha intensificado la frustración entre los jóvenes.
Mourad, un joven de 19 años, expresa su preocupación por la represión: «La corrupción está en todos lados, desde el Gobierno hasta la Policía, que cree que puede hacer lo que quiera y nunca va a tener consecuencias». Este sentimiento de impunidad entre las autoridades ha alimentado aún más el deseo de cambio entre la juventud.
Las manifestaciones han puesto de relieve no solo la lucha por mejores condiciones de vida, sino también un deseo de cuestionar las instituciones tradicionales, incluida la Monarquía. Khadija advierte que si no se toman medidas pronto, «se empezará a cuestionar todo, las instituciones, la Policía y hasta la Monarquía». Este tipo de declaraciones son un indicativo del cambio de mentalidad que está ocurriendo entre los jóvenes, quienes están dispuestos a desafiar el status quo en busca de un futuro más justo.
### La Diversidad de Voces en el Movimiento
El movimiento de la generación Z en Marruecos no es homogéneo; está compuesto por una diversidad de voces y experiencias. Mientras algunos jóvenes participan activamente en las protestas, otros prefieren mantenerse al margen debido al miedo a la represión. Un grupo de chicas de 15 años, por ejemplo, expresa su apoyo a las manifestaciones, pero también su temor a la violencia policial. «Defendemos las protestas, pero tememos por nuestra seguridad», comentan.
La precariedad del sistema educativo también es un tema recurrente entre los jóvenes. Mariam y Soukaina, dos adolescentes que asisten a colegios públicos, denuncian la falta de recursos y la ausencia de profesores en sus aulas. «La educación pública es un desastre», afirman, reflejando la frustración de muchos que sienten que su futuro está en juego.
Además, hay un sentimiento de descontento hacia los planes de urbanización del gobierno, que buscan transformar ciudades como Rabat en espacios más modernos, pero que a menudo ignoran la esencia cultural y social de sus barrios. Este tipo de iniciativas son vistas como una forma de elitismo que no beneficia a la población en general, sino a un pequeño grupo privilegiado.
### Un Futuro Incierto
El futuro de Marruecos y de su generación Z es incierto. A medida que los jóvenes continúan manifestándose y exigiendo cambios, el gobierno se enfrenta a un dilema: responder a las demandas de la juventud o arriesgarse a que la situación se convierta en un estallido social aún mayor. La presión social está aumentando, y la generación Z ha demostrado que no está dispuesta a quedarse callada.
La lucha por la justicia social, la dignidad y la igualdad de oportunidades está en marcha, y los jóvenes marroquíes están decididos a ser los arquitectos de su propio destino. A medida que continúan organizándose y alzando sus voces, el mundo estará observando cómo se desarrolla esta historia de resistencia y cambio en Marruecos.