La reciente declaración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha marcado un punto de inflexión en el conflicto de Gaza. En un contexto de devastación y sufrimiento humano, ambos líderes han presentado un ambicioso acuerdo de paz que promete transformar la región. Este plan, que se extiende a lo largo de 20 puntos, busca no solo poner fin a la violencia, sino también establecer un camino hacia la estabilidad y la reconstrucción en Gaza.
### Un Acuerdo Ambicioso en Tiempos de Crisis
El acuerdo de paz, que Trump ha calificado como un paso hacia la «paz eterna», se presenta como una respuesta a casi dos años de conflicto que ha dejado un saldo trágico de más de 66,000 muertos en Gaza y 48 rehenes israelíes aún en manos de Hamás. La propuesta incluye medidas concretas para la desradicalización de Gaza, la reconstrucción de la infraestructura y la creación de un entorno seguro para sus habitantes. Uno de los puntos más destacados es la promesa de que Gaza se convertirá en una «zona desradicalizada y libre de terrorismo», lo que implica un compromiso por parte de Hamás de renunciar a la violencia.
El plan estipula que, si ambas partes aceptan la propuesta, las fuerzas israelíes se retirarán a una línea acordada y se suspenderán todas las operaciones militares. Esto incluye un alto el fuego inmediato y la congelación de las líneas de combate. En un giro significativo, se establece que Hamás deberá liberar a todos los rehenes en un plazo de 72 horas, lo que podría ser un paso crucial para restaurar la confianza entre las partes.
Además, el acuerdo contempla la excarcelación de 250 prisioneros palestinos condenados a cadena perpetua y la liberación de 1,700 gazatíes detenidos tras el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023. Este intercambio de prisioneros es un aspecto delicado, pero se presenta como una medida necesaria para avanzar hacia la paz.
### La Gobernanza y el Futuro de Gaza
Uno de los aspectos más controvertidos del plan es la propuesta de crear un comité palestino «apolítico» que supervise la gobernanza de Gaza. Este comité estaría compuesto por palestinos cualificados y expertos internacionales, y sería supervisado por una nueva «Junta de Paz» liderada por Trump y otros líderes mundiales, como el ex primer ministro británico Tony Blair. Esta estructura busca garantizar que la administración de Gaza no recaiga en manos de Hamás, lo que podría ser un punto de fricción en el futuro.
La Autoridad Nacional Palestina (ANP), liderada por Mahmud Abás, queda fuera del acuerdo por el momento, lo que plantea interrogantes sobre su papel en el futuro político de Gaza. Trump ha instado a la ANP a realizar cambios internos, sugiriendo que su falta de legitimidad podría obstaculizar los esfuerzos de paz. Este enfoque podría generar tensiones adicionales entre la ANP y las facciones palestinas que apoyan el acuerdo.
En términos de seguridad, el plan prevé la creación de una Fuerza Internacional de Estabilización (ISF) que se desplegará en Gaza para entrenar y apoyar a las fuerzas policiales palestinas. Esta fuerza internacional podría ser clave para mantener el orden y prevenir el resurgimiento de la violencia en la región. Sin embargo, la implementación de esta fuerza dependerá de la cooperación de los países árabes y de la comunidad internacional.
El acuerdo también incluye la reanudación de la ayuda humanitaria a Gaza, con un compromiso de que el número de camiones que ingresen al enclave sea al menos el mismo que antes del conflicto. Esta medida es esencial para aliviar la crisis humanitaria que enfrenta la población gazatí, que ha sufrido enormemente a causa de la guerra.
### Desafíos y Oportunidades
A pesar de las promesas de paz y reconstrucción, el acuerdo enfrenta numerosos desafíos. La desconfianza entre las partes es profunda, y la historia reciente de violencia y represalias complica la posibilidad de una implementación exitosa. La aceptación del acuerdo por parte de Hamás es incierta, y su rechazo podría llevar a un nuevo ciclo de violencia. Además, la falta de claridad sobre el futuro de la ANP y su papel en el proceso de paz podría generar divisiones internas entre los palestinos.
Por otro lado, la propuesta de un diálogo interreligioso y la promoción de la coexistencia pacífica son pasos positivos hacia la reconciliación. La creación de un entorno donde israelíes y palestinos puedan trabajar juntos por un futuro compartido es fundamental para lograr una paz duradera. Sin embargo, esto requerirá un cambio significativo en la mentalidad de ambas partes y un compromiso genuino con la paz.
El plan de paz de Trump y Netanyahu es, sin duda, uno de los intentos más ambiciosos de resolver el conflicto de Gaza en años. Si bien presenta oportunidades para la paz y la reconstrucción, también plantea preguntas difíciles sobre la gobernanza, la seguridad y la legitimidad de las instituciones palestinas. La comunidad internacional estará atenta a cómo se desarrollan los acontecimientos en los próximos meses, ya que el futuro de Gaza y la región en su conjunto penden de un hilo.