En el año 332 a.C., Alejandro Magno, el rey de Macedonia, se encontraba en medio de su ambiciosa campaña de conquista que lo llevaría a convertirse en uno de los líderes más célebres de la historia. Su mirada estaba fija en Egipto, pero antes de alcanzar su objetivo, debía enfrentarse a una ciudad que se interponía en su camino: Gaza. Esta ciudad, descrita por el historiador Flavio Arriano como de «importancia considerable», no solo era un punto estratégico en la ruta hacia Egipto, sino que también tenía un rico trasfondo histórico que la hacía aún más relevante. Gaza había sido un lugar de constantes cambios de poder, desde los filisteos hasta los egipcios, y su captura era crucial para el avance de Alejandro.
La ciudad de Gaza, situada en un valle fértil rodeado de desiertos, era conocida como el último refugio antes de adentrarse en el inhóspito desierto del Sinaí. Su posición geográfica la convertía en un lugar vital para el comercio y la movilidad entre Asia y África. Sin embargo, la resistencia que Alejandro enfrentaría en Gaza sería feroz. La ciudad estaba bajo el mando de Betis, un eunuco que había preparado a sus defensores para un largo asedio, confiando en que las murallas de la ciudad eran impenetrables. A pesar de las advertencias de sus ingenieros, que consideraban imposible tomar la ciudad por la fuerza, Alejandro estaba decidido a demostrar lo contrario.
### La Estrategia de Alejandro y el Asedio
Alejandro había acumulado una serie de victorias impresionantes en su camino hacia Gaza, incluyendo la conquista de Tiro, una ciudad-estado fenicia que había resistido durante siete meses. Con su ejército de aproximadamente 30,000 soldados de infantería y más de 5,000 jinetes, Alejandro llegó a Gaza con la intención de superar las expectativas y demostrar su capacidad como líder militar. Sin embargo, el desafío era monumental. Las murallas de Gaza eran altas y robustas, y la ciudad estaba bien abastecida, lo que hacía que un asedio prolongado pareciera inevitable.
Decidido a tomar la ciudad, Alejandro ordenó la construcción de un terraplén que le permitiera elevar sus máquinas de asalto a la altura de las murallas. Mientras se preparaba para el ataque, un evento inusual ocurrió: un pájaro carroñero dejó caer una piedra sobre su cabeza mientras ofrecía un sacrificio a los dioses. Este presagio fue interpretado por su adivino como una señal de que tomaría la ciudad, pero que debía tener cuidado ese día. A pesar de la advertencia, Alejandro se lanzó a la batalla, y aunque resultó herido, su determinación no flaqueó.
Después de aproximadamente 100 días de asedio, las murallas de Gaza finalmente cedieron. Las fuerzas macedonias, tras una lucha encarnizada, lograron entrar en la ciudad. La resistencia de los defensores fue feroz, y muchos de ellos continuaron luchando hasta la muerte, incluso cuando la ciudad ya estaba en manos del enemigo. Las pérdidas fueron significativas de ambos lados, con cerca de 10,000 persas y árabes muertos, y un número considerable de macedonios también cayó en la batalla.
### La Venganza de Alejandro y el Destino de Betis
La victoria de Alejandro en Gaza no solo fue un triunfo militar, sino también un acto de venganza contra el comandante enemigo, Betis. A pesar de haber luchado valientemente, Betis fue capturado y llevado ante Alejandro. En un acto de crueldad, Alejandro decidió infligir un castigo ejemplar. En lugar de permitir que Betis muriera como un guerrero honorable, lo sometió a un destino humillante: fue atado a un carro y arrastrado por la ciudad, un castigo que Alejandro justificó como una forma de imitar a Aquiles, su héroe de la mitología griega.
Este acto de venganza no solo reflejó la ira de Alejandro, sino también su deseo de enviar un mensaje claro a sus enemigos: la resistencia sería castigada severamente. La brutalidad de este castigo ha sido objeto de debate entre historiadores, algunos de los cuales argumentan que Alejandro, a pesar de su juventud, ya estaba influenciado por las costumbres de los pueblos que había conquistado, mostrando una mezcla de admiración y desprecio por sus enemigos.
Tras la conquista de Gaza, Alejandro no solo tomó como esclavas a las mujeres y niños de la ciudad, sino que también repobló la ciudad con gente de los pueblos vecinos, transformándola en una fortaleza para sus futuras campañas. Este acto de repoblación fue parte de su estrategia para consolidar su control sobre la región y asegurar que Gaza sirviera como un punto de apoyo en su camino hacia Egipto.
La victoria en Gaza fue un paso crucial en la carrera de Alejandro hacia la grandeza. A los 25 años, ya era rey de Macedonia, hegemón de Grecia y faraón de Egipto, y su imperio se extendía por tres continentes, cubriendo alrededor de dos millones de kilómetros cuadrados. La conquista de Gaza no solo le abrió las puertas de Egipto, sino que también cimentó su reputación como uno de los más grandes conquistadores de la historia.
Alejandro continuó su camino hacia Egipto, donde fue recibido como un héroe. La historia de su asedio a Gaza se ha transmitido a lo largo de los siglos, no solo como un relato de guerra, sino como un testimonio del carácter de un líder que, a pesar de su juventud, mostró una ambición y determinación que lo llevarían a forjar un imperio que cambiaría el curso de la historia. La historia de Gaza y su asedio es un recordatorio de cómo los eventos del pasado continúan resonando en el presente, y de cómo las decisiones de un solo hombre pueden tener un impacto duradero en el mundo.