La cuestión del Estado palestino ha sido un tema recurrente en el discurso político internacional, especialmente entre sectores de la izquierda radical. Sin embargo, esta aspiración legítima se ha convertido en un símbolo que, en muchos casos, se utiliza para articular ideales de justicia global y resistencia antiimperialista, sin que se aborden las complejidades geopolíticas que la rodean. En este contexto, es crucial analizar cómo la retórica y las posturas simplistas han contribuido a la creación de un espejismo en torno a la posibilidad de un Estado palestino.
### La Realidad Geopolítica y la Falta de Estrategia
La situación en Gaza y la gobernanza de Hamás han complicado aún más el panorama. La falta de una estrategia coherente por parte de la izquierda radical ha llevado a que muchos de sus miembros no hayan puesto un pie en Gaza, lo que plantea interrogantes sobre su compromiso real con la causa palestina. La narrativa dominante a menudo ignora las voces diversas dentro del pueblo palestino y reduce el debate a consignas simplistas.
La complejidad del conflicto israelí-palestino no puede ser subestimada. Desde la creación del Estado de Israel en 1948, ha habido múltiples intentos de alcanzar una solución pacífica, pero la parte árabe ha rechazado sistemáticamente las propuestas de partición. Este patrón de rechazo se ha manifestado en varias ocasiones, desde el Plan Peel en 1937 hasta la Resolución 181 de la ONU en 1947, que proponía la creación de dos Estados independientes. En cada uno de estos casos, la posibilidad de coexistencia fue vista como una traición a una causa concebida como absoluta y no negociable.
La retórica de la «solución de dos Estados» sigue siendo promovida por muchos sectores que desean presentarse como pragmáticos. Sin embargo, la realidad política revela que este enfoque ha sido, en la práctica, un principio reiteradamente rechazado por la parte árabe. La insistencia en esta solución, a pesar de las negativas constantes, sugiere que la voluntad real de coexistir ha estado ausente, lo que ha llevado a una larga cadena de oportunidades perdidas.
### La Izquierda Radical y su Colaboración con el Espejismo
La izquierda radical, en su afán por articular una postura de justicia social y resistencia, ha caído en la trampa de la simplificación. La idea de que un Estado palestino puede surgir en un contexto donde Hamás, considerado un grupo terrorista por muchos países democráticos, gobierna Gaza, es problemática. La reticencia a calificar a Hamás como terrorista, a pesar de su propia autodefinición como brazo militar de la causa palestina, refleja una falta de claridad en el discurso político.
La colaboración de líderes como Pedro Sánchez y Emmanuel Macron con esta narrativa ha llevado a que España y Francia se vean arrastradas a una dinámica peligrosa. Ambos países, en su búsqueda de una política exterior que se alinee con los ideales de la izquierda radical, han ignorado las realidades sobre el terreno. La dependencia de Marruecos y el chantaje de Argelia son ejemplos de cómo estas políticas pueden comprometer la soberanía y la seguridad de los Estados europeos.
La historia reciente ha demostrado que la paz en la región no puede ser alcanzada a través de la retórica vacía y las posturas ideológicas. La falta de un compromiso real por parte de la izquierda radical para abordar las complejidades del conflicto ha llevado a que la aspiración de un Estado palestino se convierta en un espejismo, una ilusión que se disuelve entre el simbolismo revolucionario y los obstáculos de la política internacional contemporánea.
En este contexto, es fundamental que los actores políticos reconsideren sus enfoques y busquen soluciones que reconozcan la realidad del conflicto. La paz no puede ser construida sobre la negación de la existencia del otro, y la retórica de la «solución de dos Estados» debe ser reevaluada a la luz de la historia y las realidades actuales. Solo a través de un diálogo honesto y un compromiso genuino con la coexistencia se podrá avanzar hacia una resolución duradera del conflicto.