En el corazón de Nezahualcóyotl, un municipio colindante con la Ciudad de México, se encuentra la Unidad Médica Bassuary, un espacio que se aleja de la imagen tradicional de una clínica. En lugar de un edificio impersonal, esta clínica opera en una casa residencial, donde cada rincón está adornado con altares y fotografías que reflejan la calidez y humanidad de su personal. La doctora Sarahí Hernández, quien lidera el equipo médico, enfatiza la importancia del contacto humano en su práctica: «A mí me gusta ver a la gente a la cara, tocarlos, darles el apapacho que tanto nos hace falta». Esta frase, que evoca el cariño y la cercanía, resume la filosofía de atención que caracteriza a la Bassuary.
La clínica, que lleva el nombre de la familia de médicos que la fundó, no solo ofrece servicios médicos básicos, sino que se ha convertido en un refugio para migrantes que enfrentan una serie de desafíos de salud tras su arduo viaje. Aunque en el pasado la mayoría de sus pacientes eran migrantes, la situación ha cambiado, y ahora representan aproximadamente el 10% de la población atendida. Sin embargo, la doctora Hernández asegura que la necesidad sigue siendo alta, y que la clínica es esencial en un contexto donde los hospitales tradicionales no pueden satisfacer la demanda.
### Un Sistema de Salud en Crisis
La realidad del sistema de salud pública en México es alarmante. Durante décadas, ha enfrentado problemas de desigualdad en el acceso, desabastecimiento de medicamentos y escándalos de corrupción. En Nezahualcóyotl, la situación es particularmente crítica, ya que solo hay dos hospitales que no pueden cubrir la demanda de atención médica. La doctora Hernández señala que, sin la intervención de clínicas como la Bassuary, muchas personas no recibirían la atención que necesitan. «Neza tiene solo dos hospitales y muy pocas camas censables; sin nuestro apoyo es imposible dar abasto», explica.
La clínica Bassuary no solo se enfrenta a la crisis del sistema de salud, sino que también atiende a una población migrante que llega con problemas de salud complejos. Muchos migrantes sufren de infecciones gastrointestinales debido a la diferencia en la calidad del agua y la comida en México. La doctora Hernández recuerda casos extremos, como el de una migrante que llegó con una fractura de clavícula tras ser lanzada de un puente por coyotes. Estos relatos ilustran la dureza de la travesía que enfrentan muchos migrantes y la importancia de contar con un lugar donde puedan recibir atención médica adecuada.
### Atención Integral y Humanizada
La filosofía de atención en la clínica Bassuary se basa en un enfoque integral que considera no solo el aspecto físico de la salud, sino también el bienestar emocional y espiritual de los pacientes. La doctora Hernández, influenciada por la figura de Patch Adams, un médico conocido por su enfoque humanista, busca ofrecer un trato que va más allá de la mera atención médica. «Te puedo quitar un tumor, pero me importa más poderte acompañar en el proceso», afirma.
Este enfoque ha permitido que la clínica se convierta en un espacio donde los pacientes se sienten valorados y escuchados. La doctora Hernández y su equipo no solo tratan enfermedades, sino que también brindan apoyo emocional a aquellos que han pasado por experiencias traumáticas. La relación que han construido con la comunidad migrante ha sido fundamental para crear un ambiente de confianza y respeto.
La clínica ha visto un aumento en la diversidad de sus pacientes, que ahora incluye a personas de diferentes nacionalidades, como haitianos, venezolanos, colombianos y cubanos. Cada uno de ellos trae consigo historias de sufrimiento y resiliencia, y la clínica se ha adaptado para ofrecer atención a sus necesidades específicas. La doctora Hernández recuerda cómo, al principio, los migrantes haitianos que llegaban a la clínica no se sentían cómodos con la comida mexicana, prefiriendo panes y plátanos. Este tipo de atención personalizada ha sido clave para establecer un vínculo con la comunidad migrante.
La Unidad Médica Bassuary no solo representa un modelo de atención médica, sino también un símbolo de esperanza para aquellos que enfrentan adversidades. En un contexto donde el sistema de salud pública está colapsado, clínicas como esta ofrecen una alternativa viable y humana. La dedicación del equipo médico y su compromiso con la comunidad son un testimonio del poder de la empatía y la solidaridad en el ámbito de la salud. La doctora Hernández y su equipo continúan trabajando incansablemente para brindar el apapacho que tanto falta a quienes más lo necesitan, demostrando que la medicina puede ser un acto de amor y compasión.