La historia de Eva Álvarez es un relato conmovedor que refleja el sufrimiento y la lucha de una madre por recuperar a su hijo y a su perro tras la muerte de su exmarido, Miguel Carmona, en el conflicto ucraniano. Miguel, un asturiano de 42 años, decidió unirse a las fuerzas ucranianas como voluntario en marzo de 2025, dejando atrás a su familia y a su perro, Josy, un pastor belga que lo acompañó en su travesía. La decisión de Miguel de ir a la guerra fue impulsada por su deseo de luchar contra la invasión rusa, pero su trágica muerte el 10 de junio de 2025, tras ser alcanzado por una granada antitanque, dejó a su familia sumida en el dolor y la incertidumbre.
La situación se complicó aún más para Eva, quien se enfrenta a la difícil tarea de recuperar el cuerpo de Miguel, que permanece en el frente de batalla, cerca de la aldea de Ivano-Daryivka, en el distrito de Bajmut. A pesar de su dolor, Eva ha decidido luchar no solo por el cuerpo de su exmarido, sino también por la repatriación de Josy, el perro que Miguel llevó consigo a la guerra. La exmujer de Miguel ha denunciado que las autoridades ucranianas han puesto obstáculos en el proceso de recuperación del cuerpo y que no han brindado la asistencia necesaria en este momento tan crítico.
Eva ha expresado su frustración y desilusión, señalando que las condiciones bajo las cuales Miguel se unió a las fuerzas ucranianas no se correspondían con la realidad. Según ella, las promesas de apoyo y compensación por parte de las autoridades ucranianas han resultado ser vacías. «En la web para reclutar gente piden unos requisitos que no son reales, pero luego no los comprueban porque no les conviene», afirma Eva, quien también ha denunciado que muchos voluntarios en Hispanoamérica están siendo reclutados con promesas de sueldos que nunca se cumplen.
La situación de Eva se ha vuelto aún más desesperante al no recibir la indemnización por la muerte de Miguel, lo que ha añadido una carga financiera a su ya desgastada situación emocional. «No te pagan el sueldo mientras tu familiar está desaparecido. Ni siquiera nos han dado el dinero que tenía en el momento de su muerte, que es de mi hijo», lamenta. A pesar de estos obstáculos, Eva ha mantenido la esperanza de recuperar a Josy, y tras una serie de complicaciones, ha logrado tener al perro bajo su custodia. «El perro está ya bajo mi custodia, aunque preferimos no revelar el lugar hasta que llegue a casa. Por suerte, lo hemos recuperado», confirma.
La historia de Eva es un reflejo de la realidad que enfrentan muchas familias de soldados y voluntarios en conflictos bélicos. La falta de apoyo y la burocracia pueden hacer que el proceso de recuperación de un ser querido sea aún más doloroso. Eva ha iniciado una petición en Change.org para hacer público su caso y buscar apoyo en su lucha por recuperar el cuerpo de Miguel. «Cuando alguien da la vida por su país, lo mínimo es un pésame. Y ni eso se ha merecido la muerte de Miguel», reclama con indignación.
La guerra en Ucrania ha dejado un rastro de dolor y sufrimiento, no solo en el campo de batalla, sino también en las familias que quedan atrás. La historia de Eva y Miguel es solo una de las muchas que ilustran el impacto devastador de la guerra en la vida de las personas. A pesar de las adversidades, Eva ha prometido que seguirá luchando hasta el final para recuperar el cuerpo de su exmarido. «No quiero que mi hijo tenga a su padre tirado en una zanja», afirma con determinación. Su historia es un recordatorio de la humanidad que persiste incluso en los momentos más oscuros, y de la lucha incansable de una madre por su familia.