La relación entre Donald Trump y Elon Musk ha pasado de ser una alianza estratégica a un enfrentamiento abierto que podría redefinir el panorama político de Estados Unidos. Durante años, Musk, el magnate sudafricano conocido por su influencia en la tecnología y la innovación, había encontrado en Trump un aliado que le abría las puertas del poder. Sin embargo, la reciente decisión de Musk de crear un nuevo partido político ha desatado una serie de eventos que han llevado a una ruptura dramática entre ambos.
### La Alianza Inicial: Un Encuentro de Titanes
La historia de la relación entre Trump y Musk se remonta a un tiempo en el que ambos parecían estar en la misma sintonía. Musk, quien había coqueteado con la política desde su posición en el sector tecnológico, encontró en Trump un socio dispuesto a apoyarlo en sus ambiciones. Durante la campaña presidencial, Musk no escatimó esfuerzos y donó más de 260 millones de dólares a la causa de Trump. Además, aceptó un cargo en el gobierno como jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), lo que le permitió influir en políticas clave y tener acceso directo al Despacho Oval.
La presencia de Musk en Washington fue vista como un símbolo de que el trumpismo podía conectar con el mundo de la innovación. Participó en reuniones cruciales y se convirtió en un referente del «nuevo genio americano», a pesar de su origen sudafricano. Sin embargo, la relación comenzó a deteriorarse a finales de mayo, cuando Musk dejó su cargo tras cumplir con el límite legal de 130 días como funcionario temporal. Aunque Trump lo despidió con elogios, en privado, la tensión ya era palpable. Musk deseaba continuar en su puesto, pero Trump se negó a hacer excepciones.
La situación se complicó aún más cuando el gobierno estadounidense decidió no utilizar la red de satélites Starlink de Musk para modernizar la FAA, lo que Musk interpretó como un desaire estratégico. A esto se sumó el bloqueo de la Casa Blanca a la designación de Jared Isaacman, un aliado cercano de Musk, como director de la NASA. Estos eventos fueron el preludio de una ruptura que se tornaría pública y explosiva.
### La Ruptura: De Aliados a Rivales
El 24 de junio, Trump expresó su decepción por las críticas de Musk, especialmente en relación con la reforma fiscal que Musk calificó de «abominación repugnante». Sin embargo, lo que siguió fue aún más impactante. Musk, sin previo aviso, insinuó en un mensaje en X que Trump estaba involucrado en el caso Epstein, sugiriendo que esa era la razón por la que ciertos documentos judiciales no habían sido desclasificados. Este ataque, aunque sin pruebas, marcó un punto de no retorno en su relación.
El 4 de julio, mientras Trump firmaba su esperada ley fiscal en un evento televisado, Musk sorprendió al país al anunciar la creación del Partido de América (America Party), un nuevo partido político que busca desafiar el bipartidismo en Estados Unidos. Musk lo presentó como un «movimiento ciudadano», pero en realidad, es una estrategia diseñada para desestabilizar el dominio republicano en distritos clave. Según sus estimaciones, el nuevo partido podría arrebatar de dos a tres escaños en el Senado y hasta diez en la Cámara de Representantes, lo que representa una amenaza significativa para los republicanos en las elecciones de medio mandato.
La respuesta de Trump no se hizo esperar. Desde su red social Truth Social, lo descalificó como «un tren descarrilado» y afirmó que los terceros partidos nunca han tenido cabida en Estados Unidos. En un tono burlón, añadió que sin subsidios públicos, Musk tendría que «volver a Sudáfrica». Esta confrontación no solo ha intensificado la rivalidad entre ambos, sino que también ha tenido repercusiones en el mercado, con las acciones de Tesla cayendo más de un 6% en cuestión de horas.
Lo que comenzó como una simple disputa entre dos titanes se ha convertido en una guerra abierta. Musk, aunque no puede aspirar a la presidencia debido a su nacionalidad, está decidido a tener un papel influyente en la política estadounidense. Por su parte, Trump ha demostrado que no tolera la disidencia, especialmente de alguien a quien alguna vez consideró un aliado estratégico. La relación entre ambos ha pasado de ser una colaboración a un enfrentamiento que podría tener consecuencias duraderas en la política de Estados Unidos.