La reciente designación de Rebeca Torró como nueva secretaria de Organización del PSOE ha generado un torrente de críticas y cuestionamientos dentro del partido. Esta elección se produce en un contexto de crisis de legitimidad, donde el partido busca cerrar heridas internas tras los escándalos de corrupción que han sacudido su estructura. La figura de Torró, quien ocupó el cargo de consejera de Política Territorial en el Gobierno valenciano, está rodeada de controversias debido a su vinculación con contratos adjudicados a una empresa relacionada con la trama Ábalos, lo que plantea serias dudas sobre su idoneidad para el cargo.
La elección de Torró se produce en un momento crítico para el PSOE, que intenta recuperar la confianza de sus bases y de la ciudadanía tras el escándalo que llevó a la prisión provisional de Santos Cerdán, su predecesor. Cerdán está siendo investigado por su presunto papel en una red de corrupción que involucra al Ministerio de Transportes. En este contexto, la llegada de Torró no solo representa un cambio de liderazgo, sino que también pone de manifiesto la continuidad de un modelo de partido que muchos consideran poco transparente y clientelar.
### Contratos Cuestionados y Vínculos con la Corrupción
Uno de los aspectos más polémicos de la carrera de Rebeca Torró es su gestión en la adjudicación de contratos públicos durante su mandato en el Gobierno valenciano. Según informes, Torró adjudicó contratos por un total de casi 1,7 millones de euros a Levantina Ingeniería y Construcción, una empresa que ha sido vinculada a José Ruz, un imputado en la trama Ábalos. Aunque los contratos fueron adjudicados de manera legal, la forma en que se evaluaron las ofertas ha suscitado serias dudas sobre la transparencia del proceso.
Un caso destacado fue la adjudicación de un contrato para la permeabilización ciclopeatonal en la CV-35, en San Antonio de Benagéber, que se otorgó por 1,1 millones de euros. La empresa Levantina se impuso a su competidor gracias a una ventaja de cuatro puntos en un apartado técnico que no era cuantificable de manera objetiva, lo que ha generado sospechas sobre la integridad del proceso de selección. Además, en febrero de 2023, la misma empresa recibió otro contrato de 576.000 euros para una obra en el puerto de Santa Pola, lo que ha alimentado aún más las críticas hacia Torró.
La situación se complica aún más con la existencia de un tercer contrato, de 5,2 millones de euros, para un paso inferior en Benidorm, que fue aprobado por el antecesor de Torró, pero cuya ejecución se llevó a cabo durante su mandato. Estos antecedentes han llevado a muchos críticos dentro del partido a cuestionar si la elección de Torró realmente representa un cambio o si, por el contrario, es una continuación del mismo modelo de gestión que ha llevado al PSOE a su actual crisis.
### Un Nuevo Equipo y la Búsqueda de Renovación
La llegada de Rebeca Torró también trae consigo un nuevo equipo de adjuntos a la Secretaría de Organización, en un intento por diluir el poder que había acumulado Santos Cerdán. Entre los nuevos miembros se encuentran Anabel Mateo, Francisco J. Salazar y Borja Cabezón, quienes tienen la tarea de proyectar una imagen de renovación interna. Sin embargo, este movimiento ha sido interpretado por algunos como una estrategia para controlar los posibles daños reputacionales que pudiera acarrear la figura de Torró, especialmente si el caso Ruz avanza judicialmente.
El PSOE se encuentra en una encrucijada, intentando recuperar su credibilidad institucional sin desmantelar completamente el andamiaje de poder que se ha construido en los últimos años. La promoción de Torró parece obedecer más a criterios de confianza personal con el presidente Pedro Sánchez y a la necesidad de equilibrar la representación territorial, que a una genuina voluntad de regeneración del partido. En este sentido, su gestión no solo se limitará a la reconstrucción interna del PSOE, sino que también deberá enfrentar la implementación de nuevos criterios organizativos que impone el comité federal.
La figura de Rebeca Torró, por lo tanto, se convierte en un símbolo de la lucha interna del PSOE por redefinir su identidad y recuperar la confianza de sus militantes y del electorado. Sin embargo, su ascenso está marcado por un legado incómodo que podría complicar aún más la ya frágil situación del partido en el futuro.