En el corazón de Cantabria, donde el mar Cantábrico se encuentra con la tierra, se encuentran dos playas que parecen estar unidas por un hilo invisible: Valdearenas y Canallave. Estas playas, separadas por una imponente roca jurásica, ofrecen un espectáculo natural que atrae tanto a surfistas como a amantes de la naturaleza. La belleza de este rincón del mundo no solo radica en su paisaje, sino también en la historia geológica que las rodea y en la experiencia única que brindan a quienes las visitan.
### Un Encuentro con la Historia Geológica
Valdearenas y Canallave son más que simples playas; son un testimonio de millones de años de historia geológica. La roca que las separa, conocida como Peñuescas, es un vestigio de un pasado remoto, emergiendo hace más de 100 millones de años. Este promontorio no solo actúa como una frontera natural, sino que también es un recordatorio de la fuerza de la naturaleza y de los cambios que ha sufrido la tierra a lo largo del tiempo.
Valdearenas, con su extensión de casi tres kilómetros, es la playa más amplia y accesible. Su arena dorada y su oleaje majestuoso la convierten en un lugar ideal para disfrutar de un día de sol, practicar deportes acuáticos o simplemente pasear por la orilla. En contraste, Canallave es más íntima y bravía, con olas que atraen a los surfistas más experimentados. La combinación de ambas playas ofrece una experiencia diversa, donde cada visitante puede encontrar su rincón perfecto.
Cuando la marea baja, el océano se retira y revela un paisaje lunar lleno de charcos, algas y fósiles. Este fenómeno natural no solo es un deleite visual, sino que también invita a los más curiosos a explorar y descubrir la vida marina que habita en estas aguas. La interacción entre el mar y la tierra en este entorno crea un ecosistema vibrante y diverso, donde cada visita puede ofrecer algo nuevo.
### Un Paraíso para los Amantes del Surf y la Naturaleza
El litoral de Liencres es reconocido como uno de los mejores lugares para practicar surf en el norte de España. Los locales afirman que «si no hay olas en Liencres, no hay olas en ningún lado». Esta afirmación resalta la calidad de las olas que se forman en Canallave, donde los vientos del sur y sureste crean condiciones ideales para los surfistas. Las olas largas y generosas son perfectas para quienes buscan desafiarse sobre la tabla.
Por otro lado, Valdearenas es más amigable para aquellos que prefieren disfrutar del mar sin la adrenalina del surf. Su ambiente tranquilo la convierte en un lugar ideal para familias, caminantes y quienes buscan un momento de paz junto al océano. Las aguas más calmadas, especialmente en las zonas rocosas, son perfectas para la observación marina, permitiendo a los visitantes ver de cerca la vida que habita en el fondo marino.
Además de ser un destino para los amantes del surf, este enclave es un santuario natural. Las dunas móviles de Liencres, las más extensas del norte de España, actúan como una barrera viva que protege el interior de los embates del océano. En su interior, los pinares de repoblación, que fueron plantados a mediados del siglo XX, ofrecen un refugio para diversas especies de flora y fauna. Los senderos que serpentean a través de este paisaje permiten a los visitantes disfrutar de una experiencia única, donde la naturaleza se muestra en su máxima expresión.
Una ruta circular de seis kilómetros invita a los excursionistas a recorrer la costa, llegando hasta la desembocadura del río Pas. Este recorrido no solo es un ejercicio físico, sino también un viaje emocional que conecta a los caminantes con la belleza del entorno. Durante el trayecto, es común avistar aves como garzas reales, cormoranes y gaviotas patiamarillas, que añaden vida y color al paisaje.
Para aquellos que deseen disfrutar de este paraíso, es recomendable llegar temprano y evitar los días de mayor afluencia. La playa de Canallave puede volverse exigente con la subida de la marea, por lo que los principiantes deben tener precaución. Las puestas de sol en Valdearenas son un espectáculo que no se puede perder; el horizonte se tiñe de oro líquido mientras las olas rompen suavemente en la orilla, creando un ambiente mágico que invita a la reflexión y la contemplación.
Valdearenas y Canallave no son solo playas; son lugares donde el alma se siente viva. El sonido del mar, el crujir de la arena bajo los pies y la belleza del paisaje crean una experiencia que trasciende lo visual. Cada visita a estas playas es una oportunidad para conectar con la naturaleza y recordar la importancia de preservar estos entornos únicos. En un mundo donde la naturaleza a menudo se ve amenazada, Valdearenas y Canallave son un recordatorio de la belleza que aún existe y de la necesidad de protegerla para las generaciones futuras.