La devastadora DANA que azotó a Valencia hace seis meses dejó a miles de familias en una situación crítica. A pesar de las promesas del Gobierno de Sánchez de ayudas significativas, la realidad es que más del 90% de los afectados aún no ha recibido el apoyo prometido. Solo 4.060 familias han visto desembolsados los fondos, lo que representa apenas el 9,3% de las 43.592 solicitudes registradas. Este artículo explora las dificultades que enfrentan los damnificados y la comparación con la gestión de ayudas en otras regiones.
**Promesas incumplidas y la realidad de las ayudas**
Desde el momento en que la DANA causó estragos, el Gobierno español se comprometió a ofrecer ayudas de hasta 60.000 euros por vivienda afectada y 10.300 euros para la reposición de muebles y electrodomésticos. Sin embargo, seis meses después, solo se han desembolsado 82 millones de euros de los más de 1.470 millones inicialmente presupuestados. De esta cantidad, 69,2 millones han sido destinados a la reconstrucción de viviendas y 12,8 millones a compensaciones por fallecimientos.
La lentitud en el proceso de entrega de ayudas ha sido una constante en las quejas de los damnificados. Muchos han denunciado que el proceso está plagado de obstáculos, incluyendo un exceso de trámites, falta de claridad en los requisitos y un silencio administrativo que deja a las familias en la incertidumbre. A pesar de las prórrogas y modificaciones del plan de ayudas, la situación no ha mejorado para la mayoría de los afectados.
En contraste, otras instituciones han mostrado una capacidad de respuesta más ágil. Por ejemplo, el Consorcio de Compensación de Seguros ha transferido más de 2.894 millones de euros en 234.487 expedientes, lo que demuestra que la burocracia no es un obstáculo insalvable cuando hay voluntad política y organización adecuada.
**Comparativa con la gestión de la Generalitat Valenciana**
La Generalitat Valenciana ha logrado gestionar sus ayudas de manera más eficiente, con un 46% de las peticiones ya abonadas. Esto contrasta drásticamente con el Gobierno central, que apenas ha superado el 9% en el mismo periodo. Esta disparidad ha generado tensiones políticas entre la Moncloa y el Ejecutivo autonómico, presidido por Carlos Mazón, quien ha criticado la falta de acción del Gobierno central en un momento tan crítico para los ciudadanos.
El plan de respuesta a la DANA incluye un presupuesto total de 16.600 millones de euros, pero solo un tercio de esta cantidad será desembolsado directamente por el Estado. Mientras tanto, las familias continúan esperando, enfrentándose a la angustia emocional y material de haberlo perdido todo. Una vecina de Alzira expresó su desesperación: “Perdimos la casa, los muebles y casi la esperanza. Y medio año después, ni rastro de la ayuda”.
Además de la lentitud en la entrega de ayudas, el Gobierno aún no ha aclarado las causas técnicas de la DANA. Seis meses después de las inundaciones que causaron más de 200 muertes y pérdidas materiales incalculables, el informe oficial sigue pendiente. Esta falta de claridad ha alimentado la frustración y la desconfianza entre los afectados, quienes sienten que sus voces no están siendo escuchadas.
La politización del tema también ha sido evidente. Recientemente, se reveló que el PSOE estaría utilizando la comisión parlamentaria sobre la DANA para proteger la imagen de Sánchez y atacar a Mazón. Mientras los titulares hablaban de solidaridad institucional, la realidad es que solo una pequeña fracción de los afectados ha recibido las ayudas prometidas. La combinación de lentitud burocrática y politización ha dejado a miles de familias en el olvido, clamando por una respuesta que aún no llega.
La situación actual de los afectados por la DANA es un claro reflejo de las deficiencias en la gestión de crisis en España. La burocracia y la falta de acción efectiva han dejado a muchas familias en una situación desesperante, mientras que las promesas del Gobierno parecen desvanecerse en el aire. La necesidad de una respuesta rápida y efectiva es más urgente que nunca, y las familias afectadas continúan esperando que se cumplan las promesas que les fueron hechas en un momento de gran necesidad.