En el litoral norte de Cantabria, entre los abruptos acantilados de Alfoz de Lloredo, se encuentra un lugar donde la historia y la leyenda se entrelazan de manera fascinante. Este enclave, conocido como Puerto Calderón, es una antigua ensenada minera que ha logrado conservar su esencia salvaje y su atmósfera enigmática. Abierta al mar Cantábrico y flanqueada por dos puntas rocosas, Punta Calderón y Punta del Poyo, esta bahía natural ha sido testigo de siglos de navegación, comercio y actividades clandestinas, convirtiéndose en un punto de interés tanto para los locales como para los visitantes curiosos.
### La Historia Oculta de Puerto Calderón
Durante décadas, el nombre de Puerto Calderón ha estado asociado a una de las historias más intrigantes de Cantabria: la supuesta presencia de submarinos alemanes en sus aguas durante la Segunda Guerra Mundial. Según relatos orales, su gran profundidad natural habría permitido a los famosos U-Boots, conocidos como los «lobos grises» del Tercer Reich, refugiarse en esta ensenada sin ser detectados. Aunque no existen documentos que respalden oficialmente esta teoría, el rumor ha calado hondo en la memoria colectiva local, sumándose a una larga lista de usos históricos del enclave.
Mucho antes de que se hablara de espionaje y submarinos, Puerto Calderón era conocido por los romanos, quienes se abastecían en sus aguas. Algunos incluso lo han relacionado con el legendario Portus Blendium, aunque este último se sitúa más comúnmente en Suances. Con el paso del tiempo, piratas y contrabandistas aprovecharon su condición aislada y rocosa para esconderse de las autoridades. En el siglo XX, el puerto se transformó en un punto de carga para el zinc extraído de las minas cercanas, dejando un legado industrial que aún es visible entre las rocas.
### Un Entorno Natural y Auténtico
El acceso a Puerto Calderón se realiza a través de una pista rural que parte de Oreña, una localidad que también forma parte del municipio de Alfoz de Lloredo. Al descender por esta ruta, los visitantes se encuentran rodeados de prados verdes y acantilados escarpados, hasta llegar al antiguo muelle, donde aún se conservan vagonetas oxidadas y restos de infraestructura minera. Este paisaje casi intacto, donde reina la naturaleza, atrae tanto a bañistas locales como a pescadores.
La bahía en sí no es una playa convencional, sino un remanso natural que invita a la contemplación. En bajamar, emergen antiguos amarres de piedra que algunos relacionan, sin pruebas arqueológicas definitivas, con los tiempos del Imperio romano. El entorno agreste y la fuerza del mar crean un ambiente único que cautiva a quienes se aventuran a visitarlo.
El camino hacia Puerto Calderón también ofrece la oportunidad de explorar Oreña, que sorprende por su rica herencia cultural y natural. En el barrio de Perelada se encuentra la Cueva de Cualventi, declarada Bien de Interés Cultural en 1985 por sus yacimientos paleolíticos y arte rupestre. Además, en el centro del pueblo se alza la Iglesia de San Pedro, construida en el siglo XVI, que se ha convertido en un símbolo de la comunidad gracias a su monumentalidad y a las sucesivas reformas realizadas por los vecinos.
Puerto Calderón no aparece en las rutas turísticas más concurridas de Cantabria, lo que lo convierte en uno de los secretos mejor guardados del litoral. Su autenticidad escénica y su atmósfera tranquila lo hacen ideal para el senderismo costero, la fotografía de paisajes o simplemente para disfrutar del silencio, un silencio que susurra historias de antaño y leyendas que perduran en el tiempo. Este rincón de Cantabria es un testimonio de la rica historia de la región, donde cada piedra y cada ola cuentan una historia que merece ser escuchada.