La política energética en España ha sido un tema de intenso debate en los últimos años, especialmente en el contexto de la transición hacia energías renovables. Recientemente, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha hecho declaraciones que han generado controversia, al afirmar que «en España no hay uranio». Esta afirmación ha sido desmentida por datos del sector energético, lo que ha llevado a cuestionar la veracidad de sus palabras y la dirección de la política energética del país.
### La Realidad del Uranio en España
Contrario a lo que sostiene el presidente, España cuenta con importantes reservas de uranio. Según información de Nuclenor, la operadora de la central de Garoña, el país es el segundo en Europa con mayores reservas de este mineral, solo superado por Francia. Se estima que hay más de 16.800 toneladas de trióxido de uranio (U₃O₈) identificadas en el territorio nacional, de las cuales aproximadamente 4.650 toneladas serían económicamente viables para su extracción a un costo inferior a 80 dólares por kilogramo.
Sin embargo, la explotación de estas reservas no se lleva a cabo debido a razones políticas más que geológicas. Desde la implementación de la Ley de Cambio Climático, impulsada por la exministra Teresa Ribera, se ha prohibido la actividad minera relacionada con el uranio en España. Un caso emblemático es el de la mina de Retortillo en Salamanca, que ha sido paralizada no por falta de recursos, sino por objeciones normativas y preocupaciones medioambientales.
La narrativa del Gobierno se ha centrado en la idea de que la dependencia del uranio importado comprometería la soberanía energética del país. Sin embargo, esta postura ignora que la dependencia energética también afecta a las energías renovables, que requieren de materiales como tierras raras, los cuales son en su mayoría importados de Asia. Esta contradicción pone de manifiesto la complejidad del debate energético en España, donde la búsqueda de una transición hacia fuentes más limpias no puede ignorar la realidad de las reservas nacionales.
### La Retórica Política y sus Implicaciones
Durante su intervención en el Congreso, Sánchez utilizó una retórica que busca dividir a los defensores de la energía nuclear de aquellos que apoyan las energías renovables. Afirmó que quienes abogan por la energía nuclear lo hacen por intereses ideológicos y empresariales, lo que simplifica un debate que es mucho más matizado. La realidad es que el calendario de cierre de las centrales nucleares fue acordado entre las grandes eléctricas y el Gobierno en 2019, lo que indica que no se trata de una lucha entre «progresistas verdes» y «ultrarricos nucleares», sino de una cuestión más compleja sobre cómo garantizar un suministro energético estable y seguro en un contexto de transición.
La afirmación de que España no tiene uranio parece ser parte de una estrategia comunicacional más amplia, donde la verdad factual se sacrifica en favor de una narrativa que busca consolidar la posición del Gobierno en un momento de crisis energética. El apagón del 28 de abril, que dejó a millones de españoles sin electricidad, ha puesto de relieve las debilidades del sistema energético actual y ha generado un clamor por una revisión del modelo energético.
La falta de una estrategia clara y coherente en materia de energía ha llevado a un clima de incertidumbre. Mientras que el Gobierno se aferra a la idea de que las energías renovables son la única solución viable, la realidad muestra que un enfoque más equilibrado que incluya la energía nuclear podría ser necesario para asegurar la estabilidad del suministro energético en el futuro.
La situación actual pone de manifiesto la fragilidad del discurso político cuando se enfrenta a las exigencias materiales de la realidad. La política energética no puede basarse únicamente en consignas ideológicas; debe estar fundamentada en datos y en un análisis riguroso de las capacidades del país. La falta de transparencia y la manipulación de la información pueden tener consecuencias graves para la seguridad energética de España.
En resumen, el debate sobre el uranio y la energía nuclear en España es un reflejo de las tensiones entre la política y la realidad. Mientras el Gobierno continúa defendiendo su postura, los datos del sector sugieren que una reevaluación de la estrategia energética es no solo deseable, sino necesaria para garantizar un futuro energético sostenible y seguro para el país.