Las fuerzas armadas de India han llevado a cabo una serie de bombardeos aéreos dirigidos contra objetivos considerados «terroristas» en territorio paquistaní y en áreas de Jammu y Cachemira. Esta operación ha resultado en la muerte de al menos 26 personas y ha generado una escalada significativa de tensiones entre ambos países, que han tenido una larga historia de disputas fronterizas y enfrentamientos militares.
La reciente ofensiva, que India ha denominado ‘Operación Sindoor’, se justifica como una respuesta a un atentado terrorista ocurrido el 22 de abril en Cachemira, que dejó 26 víctimas mortales. Según las autoridades indias, los ataques estaban dirigidos exclusivamente a campamentos terroristas y no a objetivos civiles. Sin embargo, Pakistán ha calificado estas acciones como un «acto de guerra flagrante y no provocado», argumentando que la operación ha causado numerosas bajas civiles, incluyendo a niños.
El ataque más mortífero se produjo en una mezquita en Bahawalpur, en la provincia de Punjab, donde murieron 13 personas, entre ellas dos niñas de tres años. Las autoridades paquistaníes han afirmado que la mezquita estaba vinculada a grupos armados activos en la región de Cachemira. Este ataque se suma a otros bombardeos realizados en seis puntos dentro de Pakistán y tres en áreas cercanas a la Línea de Control, que divide las dos partes de Cachemira.
La respuesta de Pakistán no se hizo esperar. Según el teniente general Ahmed Chaudhry, portavoz del ejército paquistaní, las fuerzas aéreas de Pakistán derribaron cinco aviones de combate indios durante los enfrentamientos. El gobierno paquistaní ha declarado que su respuesta fue «contundente y apropiada», mientras que India ha acusado a Pakistán de violar el acuerdo de alto el fuego vigente en la frontera de facto en Cachemira.
La tensión en la frontera ha aumentado considerablemente en las últimas semanas, especialmente tras el atentado contra turistas en Cachemira, que India atribuye a la colaboración de Pakistán con los insurgentes. En respuesta a esta situación, India ha cerrado el único paso fronterizo entre ambos países, lo que ha exacerbado aún más las tensiones.
El primer ministro paquistaní, Shehbaz Sharif, ha reiterado que su país tiene el derecho de responder adecuadamente al ataque realizado por India. Esta situación ha llevado a ambos países, que poseen armamento nuclear, a un punto crítico, donde cualquier error podría resultar en un conflicto mayor.
La comunidad internacional observa con preocupación esta escalada de violencia, recordando que tanto India como Pakistán han estado involucrados en varios conflictos a lo largo de los años, principalmente por la disputa sobre Cachemira. La región ha sido un punto de fricción desde la partición de la India británica en 1947, y las tensiones han resurgido en múltiples ocasiones, llevando a enfrentamientos militares y a un alto costo humano.
Mientras tanto, las autoridades indias han defendido su operación como una medida necesaria para combatir el terrorismo, asegurando que no se han atacado objetivos civiles. Sin embargo, la narrativa de Pakistán sobre las bajas civiles ha resonado en la comunidad internacional, lo que podría complicar aún más la situación.
Ambos países han sido advertidos sobre las posibles consecuencias de sus acciones, y la comunidad internacional ha instado a la moderación y al diálogo para evitar una escalada que podría tener repercusiones devastadoras no solo para la región, sino para el mundo entero. La situación sigue siendo volátil, y el futuro de las relaciones entre India y Pakistán pende de un hilo, con la posibilidad de que se produzcan más enfrentamientos si no se toman medidas inmediatas para desescalar la tensión.