Recientemente, el Gobierno chino ha negado cualquier tipo de acercamiento diplomático con Estados Unidos, justo después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, sugiriera que podría haber un proceso de negociación amistoso entre ambas naciones. Durante una conferencia de prensa, el portavoz del Ministerio de Exteriores de China, Guo Jiakun, desmintió las afirmaciones de que se estaban llevando a cabo conversaciones sobre el conflicto comercial que ha marcado la relación entre ambos países en los últimos años.
Guo Jiakun se mostró contundente al calificar de «noticias falsas» las alegaciones de que China y EE.UU. estaban en negociaciones sobre los aranceles. «No ha habido consultas ni negociaciones sobre la cuestión de los aranceles, y mucho menos se ha llegado a un acuerdo», afirmó. Esta declaración se produce en un contexto donde la tensión comercial ha escalado, con aranceles impuestos por ambas partes que han afectado a diversas industrias.
A pesar de las insistencias de Trump sobre la existencia de contactos directos con sus homólogos chinos, las autoridades de Pekín han mantenido una postura firme, afirmando que cualquier diálogo debe basarse en la igualdad y el respeto mutuo. Guo enfatizó que, si EE.UU. desea continuar con la confrontación, China está preparado para luchar hasta el final, pero también está dispuesto a dialogar si se dan las condiciones adecuadas.
Mientras tanto, el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, reconoció que tanto Washington como Pekín coinciden en que los aranceles actuales, que son del 145% por parte de EE.UU. y del 125% por parte de China, son insostenibles. Sin embargo, este reconocimiento no ha llevado a acciones concretas hacia una desescalada de la situación, lo que ha generado escepticismo en la comunidad internacional.
En medio de esta tensión, otros países han comenzado a intensificar sus esfuerzos diplomáticos para evitar los nuevos aranceles que entrarán en vigor en julio, tras un periodo de gracia de 90 días otorgado por Trump. Durante las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, el ministro de Finanzas de Alemania, Jörg Kukies, expresó su esperanza de que las negociaciones avancen y se evite una confrontación comercial con EE.UU.
Por su parte, el responsable de políticas del Banco Central Europeo (BCE), Joachim Nagel, comentó que desde la perspectiva del Eurosistema, el impacto sobre la inflación en EE.UU. podría ser mayor que en la Eurozona, lo que podría influir en las decisiones futuras de la Casa Blanca. En este contexto, la ministra de Finanzas del Reino Unido, Rachel Reeves, también se pronunció, señalando que su país tiene un déficit comercial con EE.UU. y que es posible alcanzar un acuerdo que lo excluya de las nuevas tasas.
En Asia, una delegación de Corea del Sur se prepara para iniciar conversaciones bilaterales con funcionarios estadounidenses, buscando evitar un arancel del 25% que se impondría si no se llega a un pacto. Japón, que ya participó en reuniones similares, también está bajo la amenaza de nuevos impuestos, que podrían alcanzar hasta el 24%.
La situación actual refleja la complejidad de las relaciones comerciales entre las principales economías del mundo, donde las tensiones no solo afectan a los países involucrados, sino que también tienen repercusiones globales. Las declaraciones de China y EE.UU. marcan un punto crítico en la guerra comercial, que ha estado en curso desde que Trump asumió la presidencia y ha llevado a un aumento significativo de los aranceles y a una mayor incertidumbre en los mercados internacionales.