La reciente noticia del fallecimiento del Papa Francisco ha dejado una profunda huella en el mundo católico y más allá. A los 88 años, Jorge Mario Bergoglio, conocido como el primer Papa jesuíta de la historia, ha marcado un antes y un después en la Iglesia Católica. Su vida y su legado son recordados con cariño, especialmente en Alcalá de Henares, donde pasó una etapa crucial de su formación espiritual.
### La formación del Papa en Alcalá de Henares
En 1970, Bergoglio llegó a Alcalá de Henares para completar la Tercera Aprobación, una fase esencial en la formación de los jesuítas. Durante nueve meses, vivió en la Residencia de Jesuitas, donde dejó una impresión duradera en sus compañeros. El Padre Antolín de la Muñoza, quien estuvo en la residencia, recuerda a Bergoglio como un joven alegre y optimista, que celebraba la vida con entusiasmo. «Tenía 33 años y estaba recién ordenado sacerdote, disfrutando de su formación», comenta el sacerdote.
La Tercera Aprobación es un curso de espiritualidad donde los religiosos mayores guían a los recién llegados. Se considera un verdadero máster en la vida espiritual, y para Bergoglio, fue un periodo de crecimiento y conexión con sus compañeros. Aunque las habitaciones donde vivió han sido transformadas en aularios debido a la expansión del colegio San Ignacio de Loyola, el recuerdo de su estancia perdura entre los que compartieron esos pasillos.
El Padre Antolín destaca que, a pesar de los años, la memoria de Bergoglio sigue viva. «Él era uno más entre los 12 jesuítas jóvenes, pero su carisma y cercanía lo hacían destacar. Siempre fue muy cercano a los niños y a la gente», añade. Esta conexión con el pueblo fue una de las características que definieron su papado, donde buscó acercar la Iglesia a la gente común, utilizando un lenguaje sencillo y accesible.
### Un Papa que cambió la Iglesia
El legado del Papa Francisco es indiscutible. Su estilo de liderazgo rompió con muchas tradiciones, y su enfoque en la cercanía y la humildad resonó en todo el mundo. A lo largo de su papado, promovió un mensaje de paz, amor y compasión, abordando temas como la pobreza, el cambio climático y la inclusión social. Su sentido del humor y su capacidad para conectar con las personas, independientemente de su origen, lo convirtieron en una figura carismática y querida.
El Padre Antolín recuerda un momento significativo que refleja esta cercanía. Cuando el nuevo obispo de Alcalá de Henares, don Antonio Prieto, fue nombrado, viajó a Roma para saludar al Papa. Al enterarse de que Prieto venía de Alcalá, Francisco se mostró emocionado y compartió su recuerdo de la ciudad. «¡Bueno! Yo estuve por allí. Me acuerdo mucho de Alcalá y lo conozco muy bien», dijo el Papa, mostrando su conexión con el lugar donde pasó parte de su formación.
La muerte del Papa Francisco ha sido recibida con tristeza en la comunidad de jesuítas y entre sus seguidores. El Padre Antolín expresa el sentimiento general: «Ha sido un hombre y un Papa muy especial. Ha cambiado la Iglesia con su espontaneidad y cercanía. Siempre fue un líder que hablaba con expresiones populares y sencillas, lo que lo hacía accesible a todos». Su capacidad para detener el ‘Papamóvil’ y saludar a los bebés en las multitudes es un ejemplo de su dedicación a la gente.
A medida que el mundo católico reflexiona sobre su legado, es evidente que el Papa Francisco ha dejado una marca indeleble en la historia de la Iglesia. Su enfoque en la espiritualidad, la inclusión y la compasión ha inspirado a millones y ha abierto un camino hacia una Iglesia más moderna y accesible. Su vida, desde sus humildes comienzos en Alcalá de Henares hasta su ascenso al papado, es un testimonio de su dedicación y amor por la humanidad. La comunidad jesuíta y todos aquellos que lo conocieron lo recordarán no solo como un líder religioso, sino como un hombre que vivió su fe de manera auténtica y comprometida.