El Gobierno de Estados Unidos ha anunciado una serie de exenciones arancelarias que impactan directamente en productos tecnológicos como teléfonos móviles, ordenadores y microprocesadores. Esta medida busca mitigar los efectos de los aranceles impuestos el 2 de abril por el presidente Donald Trump, que han generado preocupación en el sector tecnológico y entre los consumidores estadounidenses.
Las exenciones, comunicadas por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), excluyen ciertos productos de dos tipos de aranceles: el 125% aplicado a China y un gravamen básico del 10% que afecta a casi todos los demás países. Esta decisión podría aliviar la presión sobre los consumidores y ofrecer un respiro a empresas tecnológicas como Apple y Samsung, que dependen en gran medida de la producción en China.
La lista de productos exentos incluye aproximadamente 20 componentes y dispositivos electrónicos, como teléfonos móviles, ordenadores portátiles, discos duros y chips de memoria. También se han añadido máquinas utilizadas en la fabricación de semiconductores, lo que beneficia a gigantes como Taiwan Semiconductor Manufacturing Co.
Para empresas como Apple, Intel y Nvidia, estas exenciones son un alivio significativo. Se estima que cerca del 90% de la producción y ensamblaje del iPhone se realiza en China, lo que hace que cualquier incremento en los aranceles tenga un impacto directo en sus costos y, por ende, en los precios para los consumidores. Desde que Trump anunció su política arancelaria, Apple ha visto caer su valor de mercado en más de 640.000 millones de dólares, lo que ha permitido que Microsoft la supere como la empresa más valiosa del mundo.
Dan Ives, analista de Wedbush Securities, ha señalado que esta nueva directriz elimina una «enorme nube negra» sobre el sector tecnológico y la presión que enfrentaban las grandes empresas estadounidenses. La cadena de suministro de estas compañías está esencialmente anclada en Asia, lo que hace que cualquier cambio en la política arancelaria tenga repercusiones inmediatas.
La semana pasada, Trump también decidió posponer durante 90 días la aplicación de los llamados «aranceles recíprocos» para negociar con los países que no habían respondido con represalias. Sin embargo, mantuvo el gravamen básico del 10% para todas las importaciones, lo que indica que la tensión comercial sigue latente.
Este endurecimiento de las medidas comerciales hacia China ha provocado una respuesta proporcional por parte de Pekín, lo que alimenta temores de una posible escalada hacia una guerra comercial a gran escala. Las autoridades chinas han comenzado a imponer tasas equivalentes, marcando así un nuevo capítulo en el enfrentamiento económico entre las dos potencias globales.
Las exenciones arancelarias son vistas como un intento de Trump de equilibrar la balanza en un momento en que las tensiones comerciales están en su punto más alto. Sin embargo, la incertidumbre sigue siendo un factor constante, y las empresas deben prepararse para posibles cambios en la política que podrían afectar su capacidad de operar en un mercado global cada vez más complicado.
En resumen, las recientes exenciones arancelarias son un intento de aliviar la presión sobre el sector tecnológico y los consumidores en Estados Unidos, pero la situación sigue siendo volátil. Las empresas deben estar atentas a los cambios en la política comercial y a las reacciones de China, que podrían influir en el futuro de la guerra comercial entre ambas naciones.