Ecuador se encuentra en un momento crítico con la celebración de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, donde el actual presidente Daniel Noboa se enfrenta a la candidata correísta Luisa González. La contienda electoral se desarrolla en un clima de intensa polarización y creciente violencia, factores que han marcado la agenda política del país en los últimos años.
La situación de inseguridad en Ecuador ha escalado de manera alarmante, convirtiendo al país en uno de los más peligrosos de América Latina. Desde 2020, la violencia ha aumentado significativamente, impulsada por la actividad de cárteles de drogas que han desestabilizado la seguridad pública. Con una tasa de homicidios que alcanza el 38%, Ecuador supera a países como México y Colombia, que también enfrentan serios problemas de criminalidad. Esta realidad ha llevado a los ciudadanos a priorizar la seguridad y la economía como sus principales preocupaciones en el proceso electoral.
En este contexto, Daniel Noboa, quien asumió la presidencia en 2023 a los 35 años, se presenta como el candidato de la continuidad. Su administración ha estado marcada por la lucha contra el crimen organizado, aunque los resultados hasta ahora han sido cuestionables. Noboa ha propuesto reformas constitucionales y la posibilidad de permitir bases militares extranjeras en un intento por controlar la violencia. Su enfoque ha sido respaldado por sectores que buscan estabilidad, pero también ha generado críticas por su manejo de la situación.
Por otro lado, Luisa González, quien sorprendió en la primera vuelta al casi empatar con Noboa, representa una alternativa de cambio. Con un trasfondo humilde y campesino, González se ha posicionado como una figura de la izquierda que busca distanciarse de las políticas del actual gobierno. A pesar de su ideología progresista, su postura antiabortista ha generado tensiones con sectores feministas, lo que complica su imagen en un electorado diverso.
La campaña electoral ha estado marcada por ataques mutuos y una retórica incendiaria, reflejando la profunda división que atraviesa a la sociedad ecuatoriana. Los analistas anticipan que el voto indígena podría ser decisivo en esta segunda vuelta, dado que ambos candidatos han buscado captar el apoyo de este sector, que históricamente ha sido marginado en la política nacional.
A pocas horas de los comicios, Noboa ha declarado un nuevo estado de excepción, el noveno desde que asumió el cargo. Esta medida, que suspende ciertos derechos constitucionales como la libertad de reunión y la inviolabilidad del domicilio, ha sido criticada por muchos que la ven como un intento de manipular el clima electoral a su favor. Noboa justifica esta acción como parte de su estrategia contra el crimen organizado, pero la oposición argumenta que es una táctica para consolidar su poder en un momento de vulnerabilidad.
La participación de los ecuatorianos en el extranjero también es un factor a considerar, ya que cerca de 190,000 ciudadanos residentes en España tienen derecho a voto en esta segunda vuelta. Esto podría influir en los resultados, dado que la diáspora ecuatoriana ha mostrado un interés creciente en la política de su país de origen, especialmente en un contexto tan crítico.
En resumen, la segunda vuelta de las elecciones en Ecuador se desarrolla en un ambiente de tensión y expectativas. La lucha entre Noboa y González no solo es una batalla por la presidencia, sino también un reflejo de las profundas divisiones sociales y políticas que enfrenta el país. La seguridad y la economía son temas centrales que los votantes tendrán en cuenta al decidir su futuro, mientras ambos candidatos intentan convencer a un electorado cada vez más escéptico y polarizado.