La Atención Primaria en España enfrenta una crisis alarmante que se refleja en las estadísticas recientes. Según el Barómetro Sanitario de 2024, elaborado por el Ministerio de Sanidad y el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 80% de los pacientes debe esperar una media de 8,9 días para acceder a atención primaria. Esta situación es un claro indicativo de las dificultades que atraviesa el sistema de salud, especialmente en un contexto donde la población envejece y las necesidades de atención aumentan.
La escasez de enfermeras es uno de los factores más críticos que contribuyen a esta problemática. Un informe del Consejo General de Enfermería (CGE) de 2023 destaca que España es uno de los países europeos con menor número de enfermeras por habitante, con una tasa de 6,3 por cada mil habitantes, en comparación con el promedio europeo de 8,83. Esta falta de personal no solo afecta la calidad de la atención, sino que también pone en riesgo la salud de la población, que cada vez requiere más servicios de salud debido al envejecimiento y a la cronicidad de enfermedades.
La situación es particularmente grave en el ámbito de la Atención Primaria, que es el más desatendido dentro del sistema sanitario. Mientras que hay aproximadamente 187.164 enfermeras trabajando en hospitales, solo 42.000 están en Atención Primaria, cuando se estima que se necesita el doble de personal para atender adecuadamente a la población. Esta disparidad resalta la necesidad urgente de incrementar las partidas presupuestarias destinadas a esta área crucial del sistema de salud.
La falta de enfermeras en Atención Primaria no solo afecta la capacidad de respuesta ante las necesidades de salud, sino que también limita la posibilidad de implementar estrategias de prevención y promoción de la salud. Pérez Raya, presidente del CGE, ha enfatizado que «sin una Atención Primaria fuerte y bien dotada, nos enfrentamos a un futuro sanitario incierto, marcado por la saturación de los hospitales y la falta de prevención». La inversión en Atención Primaria es clave para garantizar un sistema sanitario más eficiente y sostenible.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que al menos el 25% del gasto sanitario se destine a Atención Primaria. Sin embargo, la media de las comunidades autónomas en España se mantiene en un 14%, cifra que no ha cambiado desde 2002, a pesar del aumento y envejecimiento de la población. Esta falta de inversión se traduce en un sistema que no puede responder adecuadamente a las necesidades de salud de la ciudadanía.
Las enfermeras especialistas en Familiar y Comunitaria son fundamentales en la atención primaria, ya que son las profesionales que trabajan directamente en las consultas. La necesidad de una mayor presencia de enfermeras es evidente para abordar adecuadamente el envejecimiento de la población, el aumento de la cronicidad y la vulnerabilidad social. La longitudinalidad en la atención, que permite un seguimiento continuo de los pacientes, es un factor protector de la salud que se ve comprometido por la falta de personal.
La promoción de hábitos de vida saludables y la alfabetización en salud son esenciales para mejorar la calidad de vida de la población. Las actividades realizadas por enfermeras en consultas y en la comunidad tienen un impacto significativo en la salud pública. Programas de vacunación, cribados de enfermedades y actividades de promoción de la salud son ejemplos de cómo una atención primaria bien dotada puede generar beneficios tangibles para la sociedad.
Además, el trabajo de las enfermeras especialistas en el hogar es crucial, especialmente para las personas con discapacidad y diferentes grados de dependencia. Estas profesionales realizan casi 10 millones de visitas anuales, lo que demuestra su papel vital en la atención a poblaciones vulnerables. La atención domiciliaria no solo mejora la calidad de vida de los pacientes, sino que también alivia la carga sobre los hospitales, que a menudo se ven saturados debido a la falta de atención primaria adecuada.
La situación actual de la Atención Primaria en España es un reflejo de décadas de recortes y una falta de planificación adecuada para un sistema de salud que debe adaptarse a las necesidades cambiantes de la población. La urgencia de abordar esta crisis es innegable, y se requiere un compromiso firme por parte de las autoridades para invertir en la formación y contratación de más enfermeras, así como en la mejora de las condiciones laborales en el sector. Solo así se podrá garantizar un acceso equitativo y de calidad a la atención sanitaria para todos los ciudadanos.