Gerard Piqué, exfutbolista del FC Barcelona, ha estado en el centro de atención tras su reciente declaración en el caso de la Supercopa de España, donde se enfrenta a acusaciones relacionadas con su papel como comisionista en el acuerdo entre la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y la agencia saudí SELA. Durante su comparecencia ante la jueza Delia Rodrigo, Piqué no pudo contener las lágrimas mientras defendía su trabajo y expresaba su frustración por el impacto que este caso ha tenido en su reputación.
La declaración de Piqué, que se extendió por casi dos horas, fue un momento emotivo en el que el exjugador solicitó a la jueza la oportunidad de hacer un alegato final. En este discurso, Piqué enfatizó la importancia de su contribución al fútbol español, argumentando que su trabajo había generado un contrato significativo para la RFEF, el más grande en su historia. A pesar de las críticas y la controversia en torno a la relación del fútbol español con el régimen saudí, Piqué defendió su posición, sugiriendo que en otros países su labor habría sido reconocida con honores, incluso con una estatua.
El exfutbolista expresó su descontento con la cobertura mediática del caso, señalando que la filtración constante de información ha sido una falta de respeto hacia él y su familia. «Es muy frustrante, llevamos tres años con este caso. De verdad creo que hemos aportado un valor incalculable para la Federación Española», declaró Piqué, visiblemente afectado por la situación.
Piqué también abordó las implicaciones éticas de su asociación con Arabia Saudí, reconociendo que la percepción pública puede ser negativa. Sin embargo, insistió en que su intención siempre ha sido contribuir al desarrollo del fútbol en España y que su trabajo debería ser valorado en lugar de criticado. A lo largo de su declaración, el exfutbolista mostró su confianza en que el caso se resolverá a su favor y que será exonerado de cualquier acusación.
El caso de la Supercopa ha estado rodeado de controversia desde su inicio, especialmente por el acuerdo que permite que el torneo se celebre en Arabia Saudí, lo que ha generado un debate sobre la ética de la relación entre el deporte y los regímenes autoritarios. Piqué, quien ha sido un defensor del fútbol español en el extranjero, se ha visto atrapado en este escándalo, lo que ha afectado su imagen pública y su legado como jugador.
La situación ha llevado a muchos a cuestionar la transparencia y la ética en el deporte, especialmente en lo que respecta a los acuerdos comerciales que involucran a países con antecedentes de violaciones de derechos humanos. A medida que el caso avanza, la atención se centra no solo en Piqué, sino también en la RFEF y su presidente, Luis Rubiales, quien ha sido señalado como una figura clave en este escándalo.
Piqué, al final de su declaración, reiteró su deseo de que el caso se archive pronto y que se restablezca su reputación. «Nadie va a pagar al final por el daño reputacional de imagen», concluyó, dejando claro que su lucha no es solo por su inocencia, sino también por la defensa de su legado en el fútbol español. La resolución de este caso podría tener implicaciones significativas no solo para Piqué, sino también para la percepción pública del fútbol en España y su relación con entidades extranjeras.