Pedro Velarde, un joven cántabro nacido el 19 de octubre de 1779 en Muriedas, se convirtió en un símbolo de resistencia y valentía en la historia de España. Desde su ingreso al Real Colegio de Artillería de Segovia a los 14 años, Velarde demostró un talento excepcional en matemáticas y balística, lo que le permitió ascender rápidamente en las filas del ejército español. Su carrera militar lo llevó a ser nombrado profesor en la academia y, posteriormente, secretario de la Junta Económica del Cuerpo de Artillería.
En 1806, mientras se encontraba en Madrid, Velarde fue abordado por emisarios de Joaquín Murat, el comandante de las fuerzas francesas, quienes intentaron convencerlo de unirse a la causa napoleónica. Sin embargo, su lealtad a España fue inquebrantable. Su negativa a traicionar a su país marcó el inicio de su camino hacia la inmortalidad.
El 2 de mayo de 1808, cuando estalló el levantamiento popular en Madrid contra la ocupación francesa, Velarde abandonó su puesto administrativo y se dirigió al Parque de Artillería de Monteleón. Allí se unió a Luis Daoiz y un grupo de soldados y civiles que resistían el avance del ejército francés. Juntos, organizaron una defensa improvisada, armando a los ciudadanos y levantando barricadas en un intento desesperado por proteger su ciudad.
La batalla fue breve pero intensa. A pesar de la valentía de los defensores, la superioridad numérica y táctica de las fuerzas francesas fue abrumadora. Daoiz fue abatido en combate, y poco después, Velarde recibió un disparo mortal de un oficial polaco al servicio de Napoleón. Con solo 28 años, su vida se extinguió en un acto de heroísmo.
La memoria de Pedro Velarde no se desvaneció con su muerte. Inicialmente, sus restos fueron enterrados en la iglesia de San Martín en Madrid, pero tras la retirada de las tropas napoleónicas en 1814, sus restos fueron trasladados a la colegiata de San Isidro. En 1840, se erigió un monumento en su honor en el Paseo del Prado, donde sus hazañas son recordadas como un símbolo de resistencia y patriotismo.
En Cantabria, su legado perdura. La casa natal de Velarde en Muriedas se ha convertido en parte del Museo Etnográfico de Cantabria, donde se exhiben documentos, uniformes y objetos que rinden homenaje a su vida y sacrificio. En Santander, una estatua en la Plaza Porticada, conocida hoy como Plaza de Velarde, conmemora su valentía con la inscripción: “Santander a la gloria del héroe. 1880.” Además, en Segovia, un monumento en bronce perpetúa su imagen junto a la academia que lo formó.
Pedro Velarde no solo es recordado como un héroe militar, sino como un símbolo de la resistencia individual frente a la opresión. Su decisión de luchar y morir por su patria resuena en la historia de España, recordando a las futuras generaciones la importancia de la valentía y la lealtad a los principios.
La figura de Velarde se ha convertido en un referente en la educación y la cultura de Cantabria. Su nombre no solo adorna calles y plazas, sino que también se ha convertido en un recordatorio de que la historia se forja a través de decisiones individuales en momentos de crisis. En un tiempo donde el honor y la desobediencia valiente eran sinónimos, Velarde se erige como un ejemplo de lo que significa ser un verdadero patriota.
La historia de Pedro Velarde es un testimonio de la lucha por la libertad y la soberanía, un legado que sigue vivo en el corazón de los cántabros y en la memoria colectiva de España. Su vida y sacrificio son un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el espíritu humano puede brillar con fuerza y determinación.