La región de Torrelavega, en Cantabria, ha sido testigo de un notable declive en su empleo industrial en las últimas dos décadas. Este fenómeno se ha acentuado con el anuncio reciente de Bridgestone, que planea despedir a 211 trabajadores de su planta en Puente San Miguel, lo que representa casi la mitad de su plantilla. Este hecho ha generado preocupación entre los habitantes de la comarca, que ya han visto cómo su economía se ha visto afectada por diversas crisis industriales.
El Instituto Cántabro de Estadística (Icane) ha documentado que Torrelavega ha perdido un 13% de sus puestos de trabajo desde 2006, lo que equivale a 3.087 empleos. Esta caída se ha visto acompañada por una disminución del 10,5% en la población activa, que ha pasado de 25.789 personas en 2006 a 23.076 en 2024. La pérdida de empleo ha sido particularmente dolorosa en un municipio que alguna vez fue el corazón industrial de la región.
La historia reciente de Torrelavega está marcada por el cierre de importantes industrias. Sniace, por ejemplo, ha cerrado sus puertas en dos ocasiones, una de ellas de manera definitiva. Asimismo, la actividad de Asturiana de Zinc ha cesado, y Solvay ha reducido su plantilla. Estos cierres han contribuido a una sensación de inestabilidad laboral que ha afectado a la comunidad.
Bridgestone, que invirtió 24 millones de euros en 2018 para establecer una nueva línea de producción de neumáticos de camión, ahora se enfrenta a un mercado en declive. La caída de ventas en Europa ha llevado a la multinacional a reestructurar su capacidad, lo que ha resultado en la eliminación de esta línea de producción y una reducción significativa en la producción de cubiertas agrícolas.
El impacto de estas decisiones no solo se siente en el ámbito laboral, sino que también afecta a la economía local. La industria, que solía ser un pilar de estabilidad y riqueza, ha visto cómo su capacidad para generar empleo y poder adquisitivo ha disminuido. Esto ha repercutido negativamente en el sector comercial, que también ha sufrido un retroceso.
La población de Torrelavega ha disminuido drásticamente a lo largo de los años. En 1992, el municipio alcanzó su población máxima de 60.155 habitantes, pero con la crisis de principios de los 90, perdió casi 4.000 personas. En 2006, el censo se fijó en 56.230, mientras que en 2024 se estima que hay solo 51.663 habitantes. Esta sangría poblacional está estrechamente relacionada con la pérdida de empleos en el sector industrial.
Sin embargo, hay esperanzas para el futuro. Proyectos como la fábrica de hidrógeno que se planea establecer en los terrenos de Sniace podrían generar más de 200 empleos. Aunque este proyecto avanza lentamente, representa una oportunidad para revitalizar la economía local. Además, Solvay ha anunciado inversiones para construir una caldera de biomasa que asegurará la continuidad de su planta en Barreda, lo que podría proporcionar estabilidad a largo plazo.
A pesar de estos esfuerzos, la situación sigue siendo crítica. El alcalde de Torrelavega, Javier López Estrada, ha expresado su preocupación por los despidos en Bridgestone, subrayando la necesidad de ser reivindicativos para proteger los empleos en la comarca. La comunidad está ansiosa por encontrar soluciones que frenen la pérdida de empleo y la despoblación.
En resumen, la crisis industrial ha dejado una huella profunda en Torrelavega, con un descenso significativo en el empleo y la población. A medida que la región busca nuevas oportunidades y proyectos, la comunidad espera que estas iniciativas puedan revertir la tendencia negativa y ofrecer un futuro más prometedor para sus habitantes.