Colindres, una villa situada en Cantabria, se erige como un importante cruce de caminos desde tiempos antiguos, gracias a su estratégica ubicación entre Santander, Bilbao y Burgos. Este enclave ha sido testigo de una rica historia que abarca desde la construcción de naves para la armada hasta su papel en el Camino de Santiago.
La historia de Colindres está íntimamente ligada a sus célebres astilleros de Falgote, donde se construyeron embarcaciones que jugaron un papel crucial en la historia marítima de España. Entre ellas, se atribuye la construcción de la Pinta y posiblemente de la Santa María, dos de las carabelas que formaron parte de la expedición de Cristóbal Colón en 1492. Este legado marítimo sugiere que marineros de Colindres pudieron haber participado en el descubrimiento de América, un hecho que resuena con orgullo en la memoria colectiva de la localidad.
Durante los siglos XVII y XVIII, los astilleros de Colindres continuaron produciendo naves para la Corona, incluyendo más de 30 galeones. Uno de los más destacados fue la Capitana, un buque de más de 1.300 toneladas que se convirtió en el mayor de su tiempo, superando en tamaño a cualquier navío conocido hasta entonces. Este barco tuvo un papel significativo en la Guerra de Sucesión entre Austrias y Borbones, consolidando aún más la reputación de Colindres como un centro de construcción naval.
Además de su importancia marítima, Colindres fue un punto clave en el Camino de Santiago del Norte. En el siglo XVI, Carlos I ordenó la construcción de un hospital de peregrinos, lo que refleja la relevancia de la villa en las rutas del cristianismo. A lo largo de su historia, Colindres ha sido escenario de numerosos conflictos, desde ataques por parte de armadas francesas hasta su participación en la Guerra de la Independencia y las guerras carlistas. La presencia de búnkeres y un puente giratorio sobre el río Asón son testigos de su importancia estratégica durante estos periodos.
El siglo XIX marcó la entrada de Colindres en la modernidad con la construcción del puente de hierro de Treto, diseñado por el famoso ingeniero Gustave Eiffel en 1882. Esta impresionante estructura, que pesa más de 543 toneladas, se ha convertido en un símbolo del patrimonio industrial de Cantabria.
La arquitectura de Colindres también es digna de mención. Su casco urbano alberga numerosas muestras de arquitectura montañesa y casas solariegas de los siglos XVII y XVIII. Entre los edificios más notables se encuentran la casa de Agüero, el palacio del Infantado y la iglesia de San Juan Bautista, construida en el siglo XVI. Esta última, con su ábside poligonal y su única nave, se integra perfectamente en el entorno monumental de la localidad.
La tradición pesquera de Colindres sigue viva, con una destacada industria conservera que representa un motor económico y cultural para el municipio. Los visitantes pueden disfrutar de la belleza natural del río Asón, que ofrece un hermoso valle fluvial ideal para rutas de senderismo y observación de fauna, como los salmones, muy valorados por los pescadores.
Colindres también sirve como punto de partida para explorar otras joyas de Cantabria, como Ramales de la Victoria y el Valle de Buelna. Este acceso a la naturaleza y al patrimonio cultural convierte a Colindres en un destino atractivo para aquellos que buscan una experiencia enriquecedora.
En resumen, Colindres es un lugar donde la historia y la modernidad coexisten, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de descubrir un pasado fascinante y un presente vibrante. Desde sus astilleros históricos hasta su arquitectura señorial y su entorno natural, esta villa cántabra invita a explorar sus tesoros ocultos y a disfrutar de la riqueza de su patrimonio.