La reciente constitución del nuevo Parlamento alemán ha puesto de manifiesto la creciente influencia de la ultraderecha en la política del país, representada por el partido Alternativa para Alemania (AfD). A pesar de ser la segunda fuerza en el Bundestag, la AfD se ha visto excluida de los puestos de liderazgo, lo que ha generado tensiones y protestas dentro del hemiciclo.
El bloque conservador, liderado por Friedrich Merz, ha logrado elegir a Julia Klöckner como presidenta del Bundestag, mientras que la candidatura del ultraderechista Gerold Otten fue rechazada en varias votaciones. Este rechazo ha sido calificado por la AfD como un acto antidemocrático, evidenciando la polarización política que caracteriza a la actual legislatura.
En las elecciones del pasado 23 de febrero, la AfD duplicó su representación, alcanzando 152 escaños, lo que la convierte en la segunda fuerza política, solo superada por el bloque conservador de Merz, que cuenta con 208 escaños. Esta nueva correlación de fuerzas ha relegado al Partido Socialdemócrata (SPD) al tercer lugar, con 120 escaños, y ha dejado a los Verdes con 85 y a La Izquierda con 64.
La composición del nuevo Bundestag es notable no solo por el ascenso de la ultraderecha, sino también por la reducción del número de grupos parlamentarios a cinco, tras la exclusión de los liberales del FDP y del partido de izquierdas prorruso de Sahra Wagenknecht. Este cambio ha generado un ambiente de incertidumbre y ha llevado a un debate sobre la representatividad y la diversidad en el Parlamento.
El discurso inaugural fue pronunciado por Gregor Gysi, un veterano de La Izquierda, lo que provocó protestas de la AfD, que históricamente ha reclamado este honor para su líder, Alexander Gauland. Sin embargo, el protocolo fue modificado en la legislatura anterior para evitar que la ultraderecha tuviera este reconocimiento, lo que ha intensificado las tensiones entre los partidos.
La nueva legislatura también se enfrenta a un desafío en términos de representación de género. Aunque Julia Klöckner se convierte en la cuarta mujer en presidir el Bundestag, el porcentaje de escaños ocupados por mujeres ha disminuido al 32,4%, lo que representa una caída de 2,4 puntos respecto a la legislatura anterior. Solo los Verdes y La Izquierda superan el 50% de representación femenina, mientras que la AfD se sitúa en un preocupante 11,3%.
Además, la representación de parlamentarios con raíces extranjeras se mantiene en un 11,4%, un porcentaje que no refleja la diversidad de la población alemana, donde uno de cada cuatro ciudadanos tiene orígenes no alemanes. Esta falta de representación plantea interrogantes sobre la inclusión y la equidad en la política alemana.
El canciller en funciones, Olaf Scholz, seguirá en su cargo hasta que se elija a su sucesor, lo que añade un nivel de inestabilidad política en un momento en que el bloque conservador y los socialdemócratas están en negociaciones para formar una nueva coalición. A pesar de algunos acuerdos iniciales en áreas como el rearme y la fiscalidad, persisten diferencias significativas en cuestiones de política migratoria y social.
El nuevo Bundestag, con un centenar menos de escaños que su predecesor, refleja un cambio en el equilibrio de poder en Alemania. La exclusión de la AfD de los puestos de liderazgo y la disminución de la representación de género y diversidad son temas que seguirán siendo objeto de debate en los próximos meses. La situación actual plantea un panorama complejo para la política alemana, donde la ultraderecha busca consolidar su influencia mientras enfrenta el rechazo de los demás partidos.